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  • Dicen que la Patagonia empieza al sur del río Negro. Al cruzar el puente de Veinticinco de Mayo, sobre el río Colorado, afluente del Negro, el viajero se queda asombrado ante los remolinos arcillosos que dan nombre al torrente. Desde que pisa la ribera sur, comprueba que el viento se acelera progresivamente, atravesando el continente desde Los Andes por un desierto plano, donde lo único que sobresale de la línea del horizonte son los chañares dispersos y los pozos de petróleo. Al colono francés Jacques Larminat, fundador de la estancia Cerro los Pinos, en 1910, el silbido lo sumía en meditaciones atrabiliarias: "Hay momentos en queme pregunto si Argelia no habría sido mejor". Larminat y sus hermanos se establecieron 400 kilómetros al sur del río Negro, en las proximidades de Junín de los Andes, primera fundación de la provincia del Neuquén. El pueblo, que ahora tiene 20.000 habitantes, fue, en su origen, un fortín que contribuyó a poner fin al control araucano de la Patagonia. Al mismo tiempo, sirvió para mantener a raya a los indios del cacique Incayal en los mismos valles que, hasta 1880, habían sido su refugio más recóndito: desde el valle del río Aluminé, en el norte, hasta la pampa de Nahuel Huapi, donde posteriormente se emplazó la ciudad de Bariloche, en el sur. La franja, de unos 150 kilómetros de longitud, abarca la llamada Región de los Lagos.Resabio de la última glaciación, los grandes espejos de agua abundan en valles que antes fueron ocupados por las masas de hielo. Hay al menos 15 lagos magníficos: el Huachulaufquen y el Nahuel Huapi son los principales. Las montañas y los volcanes que los rodean no son menos imponentes. La influencia húmeda del Pacífico ha cubierto esa parte de Los Andes de bosques que aumentan su densidad a medida que avanzan hacia la frontera con Chile. Hay sectores selváticos que registran algunos de los mayores índices pluviométricos del planeta. Los Larminat, que sólo regresaron a Francia para combatir en las dos Guerras Mundiales, no tardaron en convertirse en uno de los principales productores de lana de Argentina. Pero ahora se han diversificado. Aprovechando que el curso bajo del río Chimehuin atraviesa sus tierras, han construido un hotel para pescadores. Se incluye el desayuno, los asados, y, sobre todo, el derecho a pescar en uno de los tramos más célebres del Chimehuin. El río se hizo famoso en los años cuarenta, cuando lo visitó JoeBrooks, pionero, y mito, de la pesca con mosca. Brooks se quedó perplejo ante la abundancia de truchas gigantescas. Sembradas a principios de siglo XX, las especies europeas de trucha marrón y las norteamericanas de arco iris se habían desarrollado desproporcionadamente a fuerza de comerse los peces, los caracoles y los crustáceos autóctonos. Ahora han recuperado su tamaño natural. Si las glaciaciones salpicaron la cordillera de lagos, la actividad volcánica la cubrió de lava. Desde hace 400millones de años, la región ha sufrido la invasión del mar y la emergencia de la placa continental, en continua fricción con la placa del océano Pacífico. La subducción ha elevado la temperatura del subsuelo hasta tal punto que los volcanes proliferaron como setas. Desde hace un tiempo, sin embargo, permanecen bastante fríos. La última crónica de un cataclismo general es borrosa. Data del siglo XVII, y proviene de testigos que vislumbraron el espectáculo desde la costa del Pacífico. Dicen que hubo una erupción generalizada. Como un coro de gigantes que explotan, los volcanes Coshuenco, Villarrica, Quetrupillan, Llaima, Acheniyeu y, el más hermoso, el Lanín, bañaronmillones de kilómetros cuadrados de cenizas y roca fundida. Piedras fantasmales Los restos de aquella hecatombe, y de todas las demás, están por todas partes al oeste de Neuquén. Las bardas de las colinas aparecen sembradas de fósiles de trilobites, huesos de dinosaurios, árboles petrificados y esas piedras de aspecto fantasmal que llevan impresa la huella del fuego. Unas tienen forma de crema con granizado de chocolate, otras parecen corales negros y otras son como el resto de una calzada monumental de cemento rojo, esparcida en el lecho de los valles, los lagos y los ríos. Junín de los Andes se encuentra en el centro geográfico de esta región. La vieja hostería Chimehuin ofrece un servicio excelente por unos 20 euros por persona y noche. A30 kilómetros al sur se encuentra San Martín de los Andes, otro viejo fortín de ocupación. Ubicado en la cabecera del lago Lácar, San Martín recuerda a un pueblo alpino, con sus chocolaterías y sus pistas de esquí. Su localización permite el acceso rápido al camino de los Siete Lagos, una ruta de tierra que serpentea entre valles cordilleranos cubiertos de selva fría. Al final del camino, junto al lago NahuelHuapi, se encuentra Villa La Angostura, una de las zonas residenciales más exclusivas de la Patagonia, plagada de hoteles y de excesos urbanísticos que violentan el esplendor salvaje. Tras una hora de viaje en coche, bordeando el lago, se llega a Bariloche, la ciudad más visitada del sur argentino, que en los últimos 30 años ha pasado de ser un pueblito pintoresco, poblado por colonos centroeuropeos, a transformarse en una ciudad que creció sin orden. El escenario, de todas formas, es magnífico, en la ribera de un lago acristalado, grande como un brazo de mar, y a los pies del cerro Catedral, erizado de columnas de granito y glaciares.
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  • 20080617
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  • La región de los lagos, una ruta de naturaleza profunda
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  • Secretos del bosque petrificado
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