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  • Establecimiento con encanto A Entorno ecológicoA un mes de la inauguración de este hotel sobre los terrenos antaño ocupados por el Meliá Córdoba, no se puede afirmar que sus instalaciones logren todavía emocionar a los desorientados huéspedes fieles a la cadena de Antonio Catalán. El AC Córdoba Palacio es, cuando menos, un hotel polémico. Su rostro impactante, en una zona dominada por cierto urbanismo banal, merece de los taxistas locales la mofa de parecerse a la jaula de King Kong. Y todo por la piel que recubre este paralelepípedo compacto de siete plantas, laminado en chapa microperforada al láser y oxidada con las tonalidades oscuras que le brindará el paso de los años, si es que logra resistir las críticas de un vecindario poco acostumbrado a la modernidad. Retintines aparte, el trabajo de los arquitectos Justo Isasi y Alfonso Casares sitúa a la capital cordobesa, sólo por este detalle constructivo, entre las urbes con algo interesante que mostrar fuera de su casco histórico. Esa piel metálica no se queda en simple ornamento, sino que actúa como un climatizador estructural: una propuesta contemporánea para llenar de luz natural el espacio interior sin que la clientela se achicharre necesariamente durante el verano. Poco más cabe argumentar en favor de un edificio que de fachada adentro se vuelve predecible y poco emocionante, con ese paisaje tan rutinario y funcional de los hoteles AC, donde el salón de estar permanece en huelga, el comedor parece desasistido, la piscina de la azotea no ha conseguido aún bañistas, las hamacas de hularo se alinean vacías y la terraza a su alrededor languidece sin camareros ni animadores nocturnos capaces de poner en valor este nuevo cielo de Córdoba. Por añadidura, AC sirve gratis las bebidas no alcohólicas del minibar, pero obliga a sus huéspedes a adquirir una tarjeta para tener acceso a Internet, cuando otros hoteles de menor relevancia incluyen una wi-fi libre en el precio de la habitación. Los 162 dormitorios acuñan la idea de que para dormir cómodo es imprescindible levantarse sin referencias exóticas. O lo que es igual, sentirse indistintamente en Madrid, en Barcelona o a orillas del Guadalquivir. Todos gozan de amplitud y algún que otro guiño vanguardista, pese al desafortunado espacio compartido por la ducha y la bañera. La blancura de las camas despeja cualquier duda sobre su conservación y limpieza. El cortinaje del fondo con foskurit aporta calidez de noche, pero sacrifica de día la pureza formal de esa piel que envuelve y da personalidad al edificio. Un hotel así merecería menos decoración y más arquitectura interior.
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  • AC CÓRDOBA PALACIO, un exterior impactante para unos interiores que siguen la pauta de la cadena hotelera
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  • Detrás de la fachada oxidada
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