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Cada mañana, quienes se acercan al mercado de abastos de Almería suelen encontrarse con Joaquín López brujuleando entre los puestos de pescado y marisco, obsesionado con seleccionar los mejores productos del día. En su cesta de la compra no suelen faltar chopitos, coquinas, quisquillas, grandes meros y lenguados. Se trata de un clásico bar de tapas almeriense donde la calidad es un precepto, y la sencillez, un hito. Detrás de la barra, y en pleno trajín, la figura del patrón, que atiende a su clientela con la ayuda de un servicio afable. En la cocina, su madre, Encarnación Godoy, y su hija Encarna, que le han cogido el punto a preparaciones excelsas. En primer lugar a las frituras, que realizan en aceite de oliva virgen extra y entre las que sobresalen su calamar gigante, el lenguado a la antigua y ahora, en pleno verano, unos pescaditos suculentos, los galanes o loritos, especie muy escasa que no siempre se encuentra. Y también a los crustáceos, todos fresquísimos (quisquillas, cigalas, gambas rojas), a los que aplican puntos de cocción acertados. Lo mismo que a las chuletillas de cabrito alpujarreño a la plancha o algunos guisillos como el rape en salsa de almendras.
Pero sus especialidades llegan más lejos. No se pueden pasar por alto sus jamones ibéricos (Joselito Gran Reserva y 5 Jotas). O el salchichón de Casa Sendra, otra de sus marcas favoritas. En temporada ofrece ensaladas de tomate raf, complemento ideal de los mejores salazones (deliciosas anchoas del norte, huevas de atún y mojama). Junto a la barra dispone de tres largas mesas de madera en las que se que come sin manteles y para las que es preceptivo contar con reserva porque siempre están llenas.
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