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  • Sí..., podría esperarse otra cosa, pero hay que tomar en consideración su emplazamiento junto a un centro comercial en plena aglomeración turística del Mar Menor. No figura en primera línea de costa, ni siquiera en la segunda. Acoge tanto por igual a familias de veraneantes en la playa cercana de Los Narejos como a tripulaciones de relevo que aterrizan en el aeropuerto de Murcia, a sólo dos kilómetros del hotel. Es moderno, funcional y anodino en sus instalaciones, pero al menos se agradece la intención arquitectónica de sus promotores, que lo han diseñado según el manual de ortodoxia minimalista en vigor: paredes de color marfil, suelos de caoba, geometría euclidiana, guiños de luz cenital, adornos florales con regleta, detalles zen... Desde la autovía AP-7 se accede rápida y confortablemente al garaje, situado en un costado del complejo, planta 1. Luego viene el vestíbulo, efectista en su ambientación, flanqueado por un largo mostrador de recepción donde la diligencia del registro se hace en un visto y no visto, muy profesional, como en un buen hotel de cadena. El primer piso está destinado a zonas comunes: los salones, en estilo vintage; el comedor, bastante anodino, demediado por un biombo que separa el área vacacional de los cafés-pausa de empresas; la biblioteca, sobria y apacible, aunque en los anaqueles apenas residen unas cuantas revistas, libros de pasaje y una enciclopedia escolar. Paradójicamente cuelgan de sus paredes algunas fotografías que recrean aquella época en que La Manga del Mar Menor era un brazo desierto, incontaminado por la vorágine constructiva que ha alejado hoteles como éste a cientos de metros de la playa. Dominados igualmente por el grafismo art déco de todo el edificio, los dormitorios sugieren una atmósfera confortable, atemperada en las formas, repletos de buenos detalles, incluso en la calidad del mobiliario, a veces no exento de mal gusto. Claro que al precio que se paga en algunos meses del año -existen ofertas a 70 euros la habitación doble a través de Internet-, la clientela se marcha, por lo general, muy satisfecha. La instalación reina es el spa, en la quinta planta, con una piscina exterior que depara unas insólitas vistas sobre los tejados de la urbanización. Más vale refugiarse dentro y aprovechar la escasa afluencia de huéspedes para suscribir algunos de los programas de salud. El denominado Dulce Bienestar, con masaje ayurveda y chocolate caliente, sale por 160 euros, sesión de manicura incluida.
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  • 20080726
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  • HOTEL 525, apuntes contemporáneos y un 'spa' en La Manga del Mar Menor
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  • Funcional y con buenos detalles
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