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  • Raro es el día que no haya una novedad hotelera digna de propiciar una escapada a Barcelona. Xavier Pellicer -dos estrellas en la Guía Michelin- la protagoniza este otoño. Su asociación con Lluís Geli y con Josep Maria González Simó, propietario del hotel Cram, ha situado el nuevo Àbac en la cúspide geográfica, arquitectónica y gastronómica de la capital catalana. El arranque de la avenida del Tibidabo, al pie del funicular y junto a los jardines de la Tamarita, enmarca este original complejo de hotel-restaurante con 17 habitaciones y 14 mesas diseñado por el arquitecto Antoni de Moragas en lo que fuera la antigua residencia de Madronita Andreu, hija del famoso doctor de las pastillas para la tos. Entre árboles y césped reluciente, aquel edificio centenario mantiene sus credenciales en equilibrada comunión con un moderno pabellón de cristal y madera cuyos bajos albergan la joya de la corona: una cocina-laboratorio de 200 metros cuadrados proyectada por Joaquim Casademont y el propio Pellicer, contigua a una sala comedor que se abre al verde con serenidad oriental y fluidez mediterránea. Lo justifica un menú degustación de altos vuelos a 125 euros. Pero hay más. A los fogones se añade la bodega, con unas 500 referencias enológicas, bajo los arcos de las antiguas caballerizas, un spa y un lounge bar de rabiosa luminotecnia led rgb (diodos electroluminiscentes de colores variables) con demasiada frecuencia desasistido por el personal de servicio. Concentrado en su taller, donde ejerce como un creador superlativo, Xavier Pellicer se desentiende bastante del hotel. Ése ha sido el territorio particular del interiorista Josep Riu, de GCA Arquitectes, encargado de suavizar con tejidos de Gastón y Daniela el minimalismo severo del edificio. Tales son algunas de sus exquisiteces: un televisor Bang & Olufsen de 42 pulgadas encastrado en la pared, sistema domótico de iluminación Merten, colchones Treca de París, doble sofá de cuadrantes en el centro de la alcoba, tatami de madera en las camas y, en el cuarto de baño, cosméticos Hermès, bañera de hidromasaje con cromoterapia y ducha rain con rociador de 40 × 40 centímetros. Un mundo tecno que seducirá a sus fanáticos a cambio de sacrificar toda la sutileza arquitectónica del pabellón vidriado. Lo que convierte este Àbac en un restaurante con habitaciones y sin sobresaltos.
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  • 20080913
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  • El hotel ÀBAC funde arquitectura con la alta gastronomía en Barcelona
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  • 17 habitaciones y una cocina-laboratorio
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