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  • 01 Puerta del continente Al ver imágenes de lo que fue el Lower East Side neoyorquino hacia 1900 nos chocará su aspecto de perenne mercadillo callejero. El barrio, hoy reconvertido en zona modernilla, fue en las primeras décadas del siglo XX un hervidero de recién llegados; irlandeses, judíos de Europa del Este, italianos y otros tantos se alojaban principalmente en las llamadas tenement houses. Una de estas casas, construida en 1864 en Orchard Street, es hoy sede del Tenement Museum. Visitarlo implica meter la nariz en la vida de una familia de inmigrantes de aquella época: se puede elegir la vivienda de los Moore, llegados de Irlanda; la de la familia polaca Levine o la de los sicilianos Baldizzi. Nada es excesivamente espectacular en el museo, como tampoco lo fue la vida de estas familias, pero la emoción al recorrer lo que fue su cotidianidad está garantizada. Y para no olvidar que, al fin y al cabo, estamos en Estados Unidos, visitemos, en la misma calle y a pocos metros, el restaurante Little Giant, que sirve una riquísima cocina americana de mercado. Probar cualquiera de sus platos (¡ay, esas vieiras con puré de calabaza y avellanas tostadas!) nos hará abandonar en cuestión de segundos nuestros prejuicios hacia aquélla. » Tenement Museum: 108, Orchard Street. Abre de martes a domingo, diversos horarios. Web: www.tenement.org. » Little Giant: 85, Orchard Street. Cenas de lunes a domingo. Brunch los fines de semana. Precio medio, unos 30 euros. Teléfono: 226 50 47. Web: www.littlegiantnyc.com. 02 Puro medievo ¿Hay algo que merezca la pena visitar en la puntita noroeste donde acaba Manhattan? Los curiosos que se acerquen a la calle 191 quedarán altamente recompensados, pues allí se toparán con el precioso parque Fort Tyron, en un alto con vistas a la ciudad, y, una vez dentro, no darán crédito al ver un campanile toscanísimo: bienvenidos a The Cloisters, el rincón medieval de Nueva York. Conservando la misma chapita que sirve como entrada a su hermano mayor museístico, el Metropolitan, se pueden visitar sus salas y claustros, traídos piedra a piedra desde diversas zonas de Europa para componer un patchwork inteligente de arte del medievo. Y antes o después es de recibo detenerse en el café-restaurante New Leaf, con su aspecto de casa rural lujosa, ya sea para comer o brunchear un fin de semana en su interior o en sus jardines. » The Cloisters: 99, Margaret Corbin Drive. Fort Tyron Park. Abierto de martes a domingo, de 9.30 a 16.45 (de marzo a octubre, hasta las 17.15). » New Leaf Café: 1, Margaret Corbin Drive. Abierto de martes a domingo, comida y cena. Brunch los fines de semana. Precio medio, unos 25 euros. 03 Perfumes a medida Más que una tienda, CB-I Hate Perfume, el negocio del perfumista-que-odia-el-perfume Christopher Brosius, es una galería de arte olfativo. Si uno está de paseo por Williamsburgh, en Brooklyn, bien puede apartarse unos metros de Bedford Avenue y entrar a CB dispuesto, ante todo, a oler. Las esencias, en frasquitos vendibles a 25 dólares, van desde las tradicionales flores, frutas y especias hasta aromas de arroz hervido, porcelana o sábanas limpias. Y el milagro de Brosius es lograr que ir oliendo por la vida a una mezcla aromática de guante de cuero con regaliz sea algo realmente grato para la pituitaria. Y si queremos que nos tunee un perfume creado a nuestra imagen y semejanza, hemos de pedirle hora; pero seamos pacientes: hay largas listas de espera. » CB-I Hate Perfume: 93, Wythe Avenue. Brooklyn. Metro: L, Bedford Avenue. Abre de martes a sábado, de 12.00 a 18.00. Web: www.cbihateperfume.com. 04 Sabor caribeño Estamos adiestrados para buscar en Manhattan su faceta oriental en Chinatown o su lado italiano en Little Italy, pero ¿y su barrio dominicano, sabemos localizarlo? Como el visitante no suele adentrarse más allá de Harlem, por desconocimiento o por temor, se pierde todo este trazado de calles de ambiente caribeño, ruidoso y popular de la zona noroeste de Manhattan llamado Washington Heights, que incluso ha dado origen a un musical de Broadway -In the Heights-, con aires de West side story. Su cogollo está entre las calles 175 y 181, en sus cruces con Broadway y la avenida Saint Nicholas. Allí, el spanglish es moneda corriente, y el arroz con pollo, habichuelas y plátano frito está a la orden del día por precios que rondan los ocho dólares por persona (algo más de cinco euros). No, no es una errata: esta información se puede comprobar yendo al animado restaurante El Malecón, en Broadway con la calle 188, y a otros de la zona donde también sirven mofongo, una receta de plátano verde machacado que acompaña muchos platos. Y para postre, las confiterías dominicanas del barrio ofrecen opciones no aptas para intolerantes a la lactosa como el pastel tres leches o la energética leche caliente con avena. » El Malecón (927 38 12). 4141, Broadway. Metro: línea A. 175th Street. Precio medio, alrededor de siete euros por persona. » La Casa del Mofongo: 1447-51, Saint Nicholas Avenue (entre las calles 182 y 183). » El Panadero Bakery: 1380, Saint Nicholas Avenue. 05 Cañas y versos Siempre nos quejamos de que, en nuestro inglés, lo que falla es el listening. Para ejercitarlo, lo mejor es la variada escena poética neoyorquina, en la que participan desde jóvenes que recitan con ritmo hiphopero hasta poetas y narradores consagrados de todo el mundo. A no pensar que un recital neoyorquino es un evento tieso y pretencioso: la idea es tomarse algo mientras se escucha a los escritores, de ahí que los recitales se lleven a cabo en librerías-café como la ineludible Housing Works del Soho o en bares como el mítico KGB, de estética soviética, con sus portadas del Pravda y su iconografía leninista. El Bowery Poetry Club es otro clásico cuya atmósfera no puede ser más relajada. » Housing Works: 126, Crosby Street. Web: www.housingworks.org/bookstore/index.html. » Bowery Poetry Club: 308, Bowery (entre Houston y Bleecker). Web: www.bowerypoetry.com. » KGB Bar: 85 East 4th Street. Web: www.kgbbar.com/bar. Más propuestas, aprovecha la debilidad del dólar: Nueva York a dos ruedas y De compras por la Gran Manzana
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  • Una galería de arte olfativo, cafés literarios, el barrio dominicano, claustros medievales y un museo sobre la inmigración. La Gran Manzana nunca deja de asombrar
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  • Cinco aromas neoyorquinos
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