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  • Antes sucedió con el campo y ahora es la capital mallorquina la que se llena de hoteles con encanto. Lo pequeño engancha cada día más al turismo vacacional. En el solar del antiguo cine Palace Avenidas, al final de un callejón aledaño a la plaza Mayor, nace la Misión de San Miguel con cierta intención de parecerse a su exquisito vecino, el Convent de la Missió. La intención aquí no pasa de asegurar a los viandantes un lugar tranquilo y acogedor en el que quedarse después de recorrer el paseo del Born, pulmón vital de la ciudad, o haberse solazado en verano junto al mar. Y en eso acierta la propiedad cuando cede en su deliberado clasicismo y acepta sin pudor las pinceladas contemporáneas que las zonas comunes toman prestada a la estética boutique de la hotelería urbana. Todo gira alrededor de un patio al aire libre ordenado con mesas y sombrillas de colores mediterráneos. Hay que traspasarlo necesariamente y adivinar dónde tiene su escenario la recepción. Enseguida se adivinan esos toques de diseño en las lámparas, en el mobiliario y en los cambios graduales de color que se establecen de noche en el entorno del bar. A todas luces, las zonas comunes resultan insuficientes para las 64 camas que posee el hotel. Si ello no constituye un problema a las horas de paseo, sí lo es cuando coincide toda la clientela a la hora del desayuno. El salón-cafetería-vestíbulo-recepción se ve entonces atestado, igual que el patio de sombrillas, lo que resta tranquilidad. Lo agrava el emplazamiento de la cocina, una planta más abajo, que obliga a un trajín constante de camareros y un estrés inaceptable en un hotel de nueva construcción. Más clásicos, los dormitorios son confortables para dormir (buena cama), no tanto para trabajar (carecen de mesa) y algo molestos para leer (luz fría cenital). Los baños sacrifican espacio en el lavabo y el excusado para concedérselo a la ducha. Pero, en general, ofrecen un equipamiento a la última, incluida la televisión digital y el acceso a Internet gratuito. Los mejores se asoman a un patio con mesas y sillas de ratán que, de noche, funciona como terraza del restaurante Trébol. Junto al bar, el punto más glamuroso del hotel.
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  • 20081018
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  • MISIÓN DE SAN MIGUEL, un acogedor hotel en el centro de Palma
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  • Clasicismo con pinceladas 'boutique'
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