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Un cilindro elíptico de más de 37 metros de alto acaba de aterrizar sobre El Raval. Es el cuarto hotel de la cadena Barceló en Barcelona, y ha supuesto una inversión de 35 millones de euros.
Su arquitectura destaca verticalmente en el mítico barrio, por lo que las vistas de 360 grados desde su terraza (donde está la piscina) prometen ser espectaculares. Para subrayarlo se han colocado cuatro catalejos en la azotea.
Dentro de la doble piel del edificio, el minimalismo sigue siendo la norma. Amplios ventanales y distribuciones diáfanas con mucho blanco. La nota pop la ponen los papeles pintados de fucsia y verde.
El interiorista Jordi Galí se ha hecho cargo del diseño en el B Lounge, el restaurante-coctelería que llevará el chef Antonio Bellés Vidal, del Lola Rojo londinense.
A cinco minutos del Museo de Arte Contemporáneo (MACBA) y del Centro de Cultura Contemporánea (CCCB), el hotel apuesta por la modernidad (tiene iPod docks en las habitaciones) en un barrio que ha pasado de ser un clásico de la Barcelona deprimida y canalla a convertirse en núcleo cultural y fashionista.
Algunas cifras interesantes... 10.000 metros cuadrados, cuatro estrellas, 3.500 noches ya reservadas hasta diciembre y 160 euros la doble sin desayuno.
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