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  • Entonces todo era sol y playa. Hace una década, el turismo verde y el ecoturismo constituían, para la mayoría de los españoles, una opción poco conocida. Se practicaba mucho menos que ahora el turismo rural, ya que apenas existían alojamientos fuera de los circuitos habituales. Pero diez años dan para mucho y los programas Leader, subvencionados por la Unión Europea, han creado un complejo entramado de hospedajes, muchas veces en zonas deprimidas del país, que en muchas ocasiones coinciden con las mejor conservadas. Para ello, la declaración de espacios protegidos es primordial. España sigue siendo uno de los destinos preferidos para los ecoturistas europeos. Cada vez más reservas España cuenta con 38 zonas distinguidas con la figura internacional de Reserva de la Biosfera. Más de la mitad de estos parajes notables se ha declarado en la última década: El Hierro, Monfragüe, Picos de Europa, las Bardenas Reales, el valle de Somiedo, las dehesas de Sierra Morena... La isla de El Hierro, la más pequeña del archipiélago canario, la más joven y la más protegida, se ha convertido en una de las mejores ofertas ecoturistas de España. Un paraíso negro, escabroso y árido por su crispada formación geológica a base de explosiones de volcán. La pequeña isla recibió en enero del año 2000 el título de Reserva de la Biosfera, por el equilibrio encontrado entre la conservación de sus recursos naturales y un desarrollo respetuoso con el medio. Los paisajes de El Hierro no son en absoluto comunes a los peninsulares. Sus montañas, suelos y bosques ofrecen panorámicas de gran singularidad y contrastes, de una belleza diferente, que se aprecia en lugares como el paisaje de Ventejís, donde un día creció el árbol sagrado de Garoé, el árbol fuente de los indígenas bimbaches. O como en el parque rural de Frontera, que alberga la mayoría de los ecosistemas de la isla (costeros, campos de lava, sabinares, laurisilva y pinares); en los Roques de Salmor, la reserva natural de Tibataje o la reserva marina Punta de la Restinga-Mar de las Calmas. Bucear en este último refugio marino de aguas transparentes es una de las mayores delicias que esconde El Hierro. El 'boom' de la avifauna España es el país de Europa con mayor variedad de especies y ecosistemas para disfrutar de la observación de pájaros. El turismo ornitológico ha experimentado un importante auge en todo el país, especialmente en Extremadura, que tiene unas 340 especies inventariadas y es una de las regiones europeas con algunas de las poblaciones mejor conservadas de avifauna en peligro de extinción. Sus dehesas y estepas son el reducto preferido para aves tan singulares como la cigüeña negra, el águila imperial, el buitre negro, la avutarda, el cernícalo primilla o el águila-azor perdicera. El Parque Nacional de Monfragüe y la comarca de La Serena son las principales joyas de la tierra extremeña para esta práctica. Dos ejemplo de la oferta existente: el Albergue Alcaudón, en el municipio de Serrejón, al lado de Monfragüe (www.alcaudon.net), y el Mirador de la Vera, en Robledillo de la Vera, el centro de birdwatching más grande de España. Navarra es otro paraíso de los pajareros, más aún desde que ha desarrollado una novedosa iniciativa para fomentar el turismo ornitológico, bautizada como Birding Navarra (www.birding.navarra.es). El parque natural de la Sierra de Urbasa y Andía, las montañas pirenaicas de Belagua y las reservas naturales de las Foces de Lumbier y Arbayún, son las tres áreas recomendadas por este programa con diversos senderos de observación. El premio gordo para los birdwatchers: contemplar al fabuloso quebrantahuesos en plena faena. La organización conservacionista SEO/BirdLife (www.seo.org) y Spainbirds (www.spainbirds.com) realizan cursos de iniciación y excursiones ornitológicas por toda España. Playas a salvo del ladrillo La fealdad en la agresión al paisaje costero, una de las mayores lacras y muestras de insensibilidad política y social de las últimas décadas en España, ha transformado las costas del Sol, Tropical, Cálida, Blanca, del Azahar, Dorada y Brava. Aun así, quedan unos pocos rincones en los que la naturaleza conserva su dignidad. La sierra granadina de Alhama y Almijara, con sus crestas rocosas desprendidas sobre el mar en los acantilados de Maro y Cerro Gordo, mantiene la esencia animal y vegetal de lo que fueron los montes mediterráneos arrimados al agua salada. Un rosario de abismos de roca caliza precipitados sobre la ribera más virgen del mar de Alborán, salteados de medias lunas lamidas por las olas y sembradas de guijarros con nombres tan sonoros como playa del Cañuelo, playa de Cantarriján y playa de las Alberquillas. La de Cantarriján es una de las famosas calas nudistas de la zona, con chiringuitos donde degustar buenos pescados de roca. Mucho más al norte, cerca de 32.000 hectáreas de sedimentos empujados mar adentro dan vida a la feraz llanura aluvial del Delta del Ebro. Un mundo ambiguo entre dulce y salado donde las playas, las dunas, los arrozales, las acequias, las lagunas, los bosques ribereños y el propio Ebro han creado un ecosistema único, entre silvestre y humanizado. Los arenales arrastrados por la vena de agua desde su nacimiento en las montañas cántabras inventan el segundo mayor humedal de España, tras las marismas de Doñana. Un gigantesco estero irrigado por cientos de brazos de riego, que varía su rostro al ritmo de las cosechas de arroz. El área protegida más importante de Cataluña y uno de los espacios naturales más ricos del litoral mediterráneo tiene las hechuras de un paisaje tumbado, donde la fecundidad de sus limos propició el asentamiento humano desde los comienzos de la agricultura, compartidos siempre con una abundante fauna alada. Vías Verdes de exportación La idea de convertir los antiguos trazados ferroviarios abandonados en senderos no motorizados para el disfrute de caminantes, jinetes, ciclistas o personas con discapacidad se viene materializando en España desde 1993. Tres lustros de Vías Verdes en los que se han recuperado 1.600 kilómetros de viejas trazas férreas de los 7.600 que se encuentran en desuso. Un proyecto coordinado por la Fundación de los Ferrocarriles Españoles y financiado por el Ministerio de Medio Ambiente que ha ganado varios premios internacionales, como el Hábitat 2000 de Naciones Unidas y el Europa Nostra. La iniciativa ha tenido tanto éxito que se han fijado en ella para aplicarla países europeos como Bélgica, Luxemburgo, Francia e Italia. La facilidad de los trazados, por no tener casi pendientes, hace que cualquier época del año sea buena para recorrer la mayor parte de las 65 Vías Verdes, pero, con los hayedos otoñados, noviembre es perfecto para perderse por la Vía Verde de la Sierra de la Demanda, en Burgos (www.viasverdes.com).
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  • La mayoría de las casas rurales, la mitad de las reservas de la biosfera y casi todas las Vías Verdes se han creado en la última década. La nueva locura del ecoturismo: la observación ornitológica
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  • Suba al monte y mire al pajarito
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