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Nuevo nombre y nuevo vino para una bodega creada en 2001 por González Byass con el objetivo millonario de elaborar vinos manchegos sin cortapisas. En Otero (Toledo), entre la sierra de Gredos y las estribaciones de los Montes de Toledo, adquirieron 200 hectáreas de viñedo casi recién plantado con una amplia gama de varietales, desde el mayoritario tempranillo y la singular verdejo hasta los inevitables cabernet sauvignon y chardonnay, pasando por otros muy minoritarios pero eficaces a la hora de las combinaciones como syrah, petit verdot, cabernet franc, graciano y sauvignon blanc. Buena paleta vitícola que augura futuros vinos de atractivo perfil... cuando las cepas adquieran la madurez necesaria. Mientras, elaboran vinos más que correctos, muy comerciales y convincentes, como los Altozano. Y, a la espera de que la botánica haga su lento trabajo, de manera que se pueda aspirar a mayores vuelos, han sacado este vino de ligera crianza en roble en el que utilizan una rigurosa selección de las mejores viñas de todos los varietales tintos. Así que tenemos seis componentes ensamblados con pericia, de forma que unos compensen las carencias de otros, y entre todos puedan ofrecer una nariz fragante y compleja, rica en fruta roja, negra y azul, con notas de especias, tostados y monte bajo. Algún verdor inevitable, aunque no excesivamente molesto, reduce la calidad de la nariz. Pero el vino se recupera en la boca, tánica, golosa, equilibrada, que tras un ligero amargor te regala un matiz floral al terminar.
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