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  • Aguilar de Campoo ya no huele solamente a galletas. Desde hace dos décadas, el cirio y la piedra del románico palentino articulan la economía de la comarca a través de los trabajos de restauración protagonizados por la Fundación Santa María la Real, presidida por el arquitecto José María Pérez Peridis. Sus tentáculos alcanzan al sector turístico mediante la puesta en valor de la posada ubicada en el monasterio premonstratense de Santa María la Real y, desde el verano pasado, la dependencia aneja del Molino de Salinas, en la carretera que va desde Aguilar hasta Cervera de Pisuerga. Nacho Ruiz es el palafrenero mayor del establecimiento, que abre al público únicamente los fines de semana, salvo que un grupo de interesados demande su apertura en días laborables. En este recóndito lugar de la montaña palentina no hay clientela para más, de momento. El agua es protagonista celestial. Su murmullo constituye un enorme aliciente para los comensales y, según a qué horas, para los durmientes. Su caudal es estimable casi todo el año, y su espejo devuelve el titilar de la luz hacia la enorme cristalera habilitada a todo lo largo del comedor, separado del canal por una agradable terraza con balaustrada de acero y sillas de aluminio. Más cuidadas que el desayuno, las cenas subrayan el carácter del lugar: un suave fluir del agua, el silencio monacal y las sombras de un edificio que en su día padeció una rehabilitación equivocada, aunque los arquitectos de la Fundación hayan intentado salvar los platos rotos con la apertura del molino hacia la fronda a su alrededor, tan acogedora en invierno como refrescante en verano. Herederos de su antigua categoría de casa rural, los dormitorios exhiben una mezcolanza de estilos difícil de entender en Palencia. Si uno es veneciano, el otro es colonial, y el de más allá, nórdico. Y qué decir de la junior suite africana, presidida por una cama con dosel y colcha de pantera? Sin embargo, todos ofrecen comodidades sobradas para un sitio así, tan alejado de todo e incógnito en Salinas hasta para los propios habitantes. Su mayor atractivo es el murmullo zen del agua bajo los pies. Y de noche, la paz celestial. En proceso de restauración se encuentra el antiguo loft, una planta más arriba. Aquí se podrán celebrar dentro de unas semanas, en un ambiente más contemporáneo, un seminario de empresa o una fiesta de amigos con ganas de contemplar el canal, whisky en mano, desde la terraza.
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  • EL MOLINO DE SALINAS, paz y silencio monacal junto al río en la recogida ruta palentina del románico rural
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  • Murmullos de agua
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