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  • Prada a Tope, por más señas José Luis Prada Méndez, es un icono del fondismo autóctono en España. Nadie ha cultivado tanto la estética mesonera como este berciano de cuna y de meritoriaje diario, que desde su vieja zapatería de Cacabelos, y en poco más de tres décadas, ha urdido un imperio agroalimentario de inconfundible marchamo popular con sus envasados de pimientos rojos, castañas en almíbar, guindas y cerezas en aguardiente, higos zoupeiros agridulces, mermeladas de tomate e incluso un inédito biermú de patente local embotellado en frasca de abuela. No se le puede negar a este prócer de lo rural cierto manierismo kitsch, pero qué mejor seña de identidad territorial que ésa para establecer los fundamentos del turismo rural en El Bierzo. Su último invento abre las puertas del enoturismo a una denominación de origen con inmejorables perspectivas de futuro. El palacio del Señorío de Canedo, nacido en 1730 en las riberas del Cúa, domina un soleado viñedo de Mencía, Godello y Chardonnay con las que Prada elabora un afamado tinto de maceración carbónica 100% y una insólita Xamprada de burbuja fina y grato paladar. En su interior, como no cabía esperar menos, perviven los recuerdos de la labranza y la escenografía cañí que vivió el propietario en sus años hippies, simbolizados bajo los soportales por su viejo utilitario repintado a lo Carnaby Street. La primera planta gira en torno a un restaurante con terraza al viñedo, en el que se come bien, se cena mejor, pero languidece a la hora del desayuno por su ambiente un tanto desabrido, pese a las delicatessen artesanas que el servicio lleva hasta las mesas. Los preparativos de una boda ocasionan a veces despistes que sufren los huéspedes ahí alojados desde el día anterior. En la decoración de sus ocho únicas habitaciones -Las Barricas, Villarín, El Sol, Las Cerezas, Las Castañas, Los Racimos, El Palomar, Camino de Santiago- se hace ostensible una complejidad de detalles insólita hoy por hoy en el turismo rural, fruto del talento y los múltiples apuntes viajeros de José Luis Prada. Gustos aparte, el nivel de confort es superior al de muchos hoteles de lujo. Suelos y paredes de madera, urdimbres de ganchillo, sábanas de abuela, teléfonos imitación belle époque, arcón para el televisor... Incluso el mando del aire acondicionado se guarda bajo una arqueta anónima. Todo en madera labrada, como si navegáramos en un barco pirata. El botín aquí se esconde en la gran tienda almacén donde se expenden los productos y hechuras que han convertido Prada a Tope en la verdadera marca-país de El Bierzo.
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  • PALACIO DE CANEDO, en León, enoturismo y confort bajo la denominación de origen Prada a Tope
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  • El encanto de una casona berciana
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