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  • Si le da por la equitación, éste puede que no sea su hotel... Aparentemente, fue construido para tal menester con el centro hípico San José a sus espaldas, pero la clientela mayoritaria se decanta por el uso del spa antes que por la monta en fines de semana. El carácter de sus instalaciones invita más al relax que al trote con espuelas sobre los delicados suelos cerámicos que bruñen el edificio. Tampoco su geometría urbana de semiherradura con acristalamiento en la fachada, ni sus dimensiones en exceso ambiciosas, comulgan con la ortodoxia rural de un hotel con encanto. Así que Villa Nazules es un establecimiento indefinible. Aviso para navegadores: aunque su dirección postal pone Nambroca, la física se localiza cerca de Almonacid, de modo que conviene tomar allí un desvío señalizado a la derecha desde la autovía de Toledo. A partir de un determinado momento, los montes de olivar lo envuelven todo. Se hace el silencio. Es coto de caza (¡pim, pam, pum!, pero nada más). El aislamiento acústico interior es eficiente. La luminosidad, omnipresente. A un lado se encuentra el comedor, ambientado con detalles hogareños y mantenido con criterio profesional. Mejor en la cena que en los desayunos, tramitados sin ninguna complicación. Al otro, la cafetería, el salón de estar y una pequeña biblioteca con juegos de andar por casa. Sillas coconut, pufs de piel, obra gráfica contemporánea... Diseño al uso para no defraudar. El edificio abraza una pradera con parterres bien ordenados que conducen al cubículo trasero donde se asientan las instalaciones termales. Espectacular el crepúsculo desde la piscina exterior. Es el complemento ideal a unas habitaciones amplias, pero edulcoradas con unas mesillas de noche relamidas, unas lamparillas a tono, visillos frufrú, papel pintado al por mayor y unos cuadritos... historiados, que es lo más indulgente que se puede decir de ellos. Sobre las camas, un ejemplar de la revista Nox pone el imprescindible acento moderno. Por una cuestión de escala, las tres suites relativizan la excentricidad decorativa de un hotel de campo que no parece muy campestre. Más rigor contemporáneo exhiben los cuartos de baño en su alicatado y en la grifería, sosos en su minimalismo de libro... zen industrial o cómo mirar al monte desde una óptica neoyorquina. Porque más allá de una jornada campestre, un pic-nic senderista, una sesión de doma clásica, un masaje lomi lomi o un algimud body mask con sales del mar Muerto, Villa Nazules parece apropiado sobre todo para los consejos de dirección de empresas interesadas en team building (cohesión de equipo, viajes de incentivos) a escasamente una hora de Madrid
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  • HOTEL VILLA NAZULES, hípica, 'spa' y cohesión de equipos cerca de Madrid
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  • Zen industrial para ejecutivos
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