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  • Al Gran Teatro del Liceo de Barcelona se puede entrar de varias maneras. Primero, claro está, de mero espectador, a disfrutar desde el palco o la butaca del espectáculo. Pero quizá a usted le interese que le cuenten la historia de este gran teatro, cita de la burguesía y aristocracia catalana, que levantó el telón por primera vez en 1847; ver con tranquilidad el Salón de los Espejos, ser aceptado sin restricciones en el privado Círculo del Liceo, un selecto club que no ha sufrido ningún incendio ni desperfecto y que es un exponente del modernismo catalán. Puede apuntarse a la visita guiada. La disfrutará. Podemos dar una vuelta de tuerca más y apuntarnos para formar parte de un grupo mínimo de 40 y máximo de 240 para una visita a los espacios públicos más un pequeño recital en el Salón de los Espejos. Pero hay más. En el Liceo es posible ver las tripas de este inmenso teatro que se reinauguró en 1999, tras el incendió que lo asoló en 1994. Un apasionante recorrido en el que se explica el proceso desde que se contrata una ópera, o se produce, hasta que se abre el telón. Es un paseo de hora y media por pasillos, salas, escaleras arriba, escaleras abajo. El último piso del edificio está a 32 metros de altura, y el último, por debajo, a 24 metros de profundidad. La actividad en estas áreas de trabajo dependerá del día que le toque, pero no se extrañe si de repente oye al tenor haciendo gorgoritos. Está ensayando en la sala de los cantantes. Cada uno tiene su sala de ensayo, y el coro y la orquesta (hay cuatro orquestas: sinfónica, de cámara, de la academia y barroca) cuentan con la suya propia. Conocerá la sastrería, donde trabajan 24 personas, y a veces más. Plancha, costura, confección. Todo lleva nombre. Es importante. Como en el colegio. Nada se deja al azar. Todo el vestuario, el maquillaje, todo, todo, está escrito en un dossier que va con el espectáculo. Pelucas duraderas Visita al camerino general (los cantantes y director de orquesta lo tienen individual). Seguimos bajando, se pasa por el estudio de televisión, por pasillos y más pasillos. Siguiente parada: departamento de caracterización. En ese momento trabajan haciendo pelucas con pelo natural, que son las que duran. Es lo único que no viaja. Nunca. La parte de atrás del escenario impresiona. Es enorme, con dos boxes preparados para cambiar de escenario, montacargas que suben y bajan, entrada de camiones, cables, luces. Todo medido al milímetro para hacer el cambio de escenario de manera rápida. Hay un equipo de 24 técnicos, más 10 personas en atrezzo y cinco con la regidora. Y falta el subsuelo. Bajamos a 24 metros de profundidad. Desde una pasarela observamos tres boxes enormes, de la misma amplitud del escenario. Aquí se trabaja con las manos. Se hacen los escenarios y luego, voi-lá..., se sube hasta el escenario y se abre el telón. Comienza la función.
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  • Una visita guiada revela los secretos y el ajetreo del Liceo de Barcelona
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  • Las tripas de la gran ópera
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