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Alcázar de San Juan es un importante nudo ferroviario que comunica el centro peninsular con el litoral mediterráneo y Andalucía. Su proximidad a Madrid ha actuado casi más de obstáculo que de ventaja en el momento de dotarse de una adecuada infraestructura turística, que no ha surgido hasta la transformación en hotel de este convento de monjas clarisas edificado en el siglo XVI. Las tortas de Alcázar, dulce típico local, salieron de sus obradores. Y aquí las monjas horneaban, en tiempos, una industriosa producción de dulces hechos con mazapán.
La portada de sillares, frente a una placita cuidada, evidencia cierto empaque escurialense. Una vez dentro, el rigor alcanza su máxima ortodoxia arquitectónica en el patio herreriano, cuya estructura arcada en medio punto es lo único que se conserva, junto a la portada, de la primitiva fábrica. Los añadidos posteriores lo han afeado notablemente, sobre todo en el ala convertida en escenario ocasional de festejos y banquetes, ambientada con los paisajes del Quijote y otros tópicos manchegos. Es verdad que en fines de semana el tinglado sirve para toda clase de eventos literarios y representaciones teatrales organizados por la Escuela de Escritores, uno de los tres grupos de actividades, junto a la Escuela de Ciencias de la Salud y la Escuela de Hostelería y Turismo, adscritos al Forum Alonso Quijano, que tiene su sede en el hotel.
El ambiente interior es sombrío, austero y no siempre en perfecto estado de revista. Más luminosa es la actitud del personal, dispuesto a agradar y a cubrir con voluntariedad la estrechez de la plantilla.
Precio aquilatado
Las 31 habitaciones se distribuyen alrededor del claustro; algunas, con vistas a un colegio de niños, y otras, abiertas a un recoleto pozo central. No se espera en ellas una decoración tan neutra, tan funcional, quizá por las connotaciones urbanas que tiene este modelo. Unos grandes cortinones las hacen opacas a la luz. El televisor, muy antañón, roba espacio a la mesa de trabajo. Pero cumplen de sobra, salvo en la estrechez de las camas, todas las expectativas originadas por su aquilatado precio: 60 euros con el desayuno incluido.
En verano no hay espacio para la holganza. El hotel organiza sin fecha anunciada un programa de actividades que incluye conciertos, exposiciones, rutas turísticas y literarias, jornadas gastronómicas de tradición manchega... Un cúmulo de ideas para retener en Alcázar de San Juan a quienes encuentran más cómodo ir y venir en el día desde Madrid. Máxime cuando está previsto que en esta estación se detenga el AVE.
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