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  • La economía obliga en estos tiempos, incluso en una ciudad tan frecuentada por el turismo como Granada, que ha visto su oferta hotelera duplicarse en los últimos 10 años. Room Mate, la cadena del empresario y jinete olímpico Enrique Sarasola, ha rebajado, en consecuencia, el tono de sus tres nuevos establecimientos con una fórmula que, sin embargo, tiene mucho de innovadora y gana adeptos cada día. Shalma, aún más que Leo y Migueletes, sale al rescate de las viejas pensiones de familia con un decorado moderno y seductor, un punto canalla, de rojo chino. Marca un antes y un después en el rejuvenecimiento de este sector de la ciudad, el Realejo, a un paso de los bares de tapas, las tasquitas flamencas, los restaurantes castizos y también los pubs irlandeses de moda, como el que atruena los fines de semana en los bajos del edificio contiguo. Mal para dormir, pero afinado para compartir la nocturnidad granadina. Todo lo visible de la planta baja es un puro escaparate que imanta a los paseantes de camino al Campo del Príncipe. Sus decoradores, Clara y Lorenzo del Castillo, recrean en este espacio polivalente un ambiente bohemio donde leer, charlar o deambular viendo y siendo visto entre la zona de estar y el módulo de recepción, entre el zócalo de entrada y el patio interior, convertido en un estereotipado comedor de desayunos capaz de despertar al más dormido de los huéspedes con sus provocativos colores: rojo carmesí y fucsia profundo. Enmarcado, eso sí, por un diagrama de vigas de aspecto tecnoindustrial, plato fuerte arquitectónico del edificio. Hasta el mediodía se sirven aquí las colaciones, un detalle que se agradece cuando parte de la noche ha discurrido en la calle, que es donde más puede apetecer estar en verano. La doble, 57,78 euros A este patio dan algunas habitaciones, oscuras en exceso, aunque silenciosas y abrigadas del calor proveniente del asfalto. A quien no le perturbe tanto el ruido -salvo, ocasionalmente, el de las cañerías-, aquellas ubicadas en las plantas superiores ganan en luminosidad y alegría. Contrastan los lacados y los espejos; las paredes blancas y el rosa chicle de las moquetas; los carmines, anaranjados y fucsias de los cabeceros; los detalles florales y vistas como las que regalan la 206 y la 106, con la plaza de Fortuny a sus pies. Pese a sus exiguas dimensiones, hay sitio para el televisor, un armario, un pequeño escritorio y un par de camas de buen porte. Menos es más para lo que aquí se paga: 57,78 euros la habitación estándar y 96,30 euros la deluxe, desayuno incluido. Imbatible en Granada. La contrapartida es tener que penar por ciertas incomodidades, como la de llegar en coche y tenerlo que resguardar en un garaje concertado a más de 300 metros del hotel. Cabe la posibilidad de reservar una plaza en el propio edificio, pero únicamente si la efectúa con mucha antelación.
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  • Hotel Room Mate Shalma, con todo el sabor de una vieja pensión de familia
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  • Granada candente
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