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  • Es hora punta en aguas del Egeo. Decenas de transbordadores, veleros y caiques adornados con guirnaldas de colores arrancan estelas de espuma, con una corte de delfines a su paso. Traen y llevan miríadas de turistas de isla en isla, esos paraísos flotantes que destilan la esencia de unas vacaciones junto al mar: siestas con banda sonora de cigarras, olor a resina, a higos maduros; chapuzones entre peces de colores y excursiones en bici. Y noches bajo una bóveda de estrellas. De las 6.000 islas e islotes que se esparcen por los mares Egeo y Jonio -227 de ellas habitadas, sólo una treintena turísticas-, las hay para todos los gustos: coquetas, golfas, bucólicas; agrestes o dóciles, pero siempre balsámicas para el cuerpo y el espíritu. Ésta es la selección de El Viajero. » www.visitgreece.gr Elafónisos. Arenales sin fin ¿Una isla sin hoteles? Sí, Elafónisos, una isla de ida y vuelta a sólo diez minutos en ferry desde Pounta, en el extremo sur del Peloponeso. En invierno su población no pasa de las 300 personas, pero en verano sus kilométricas playas de arena, que se encuentran entre las mejores de Grecia, atraen a miles de bañistas diarios y algún que otro campista por libre: las dunas que hilvanan el litoral, salpicadas por pinares, matorrales y matas de espliego, son un espléndido campamento natural. Es un buen lugar para pasear; los senderos son fáciles, a prueba de niños, y discurren siempre junto al mar, entre la brisa. En Elafónisos destacan tres playas: la de Panagiá, al occidente de la isla, y las de Simos y Sarakíniko, que abrazan una pequeña península. Skiathos. La Riviera griega En los años sesenta llamó la atención de la beautiful people europea, y su puerto se convirtió en atraque habitual de yates de lujo. Hoy esta isla de las Espóradas se ha democratizado, aunque el aparcamiento de la playa de Koukounariés, larga franja de arena con tumbonas y sombrillas, aún se llena de vehículos de alta gama. El resto de la isla es más discreto. La capital, Skiathos, se desparrama alrededor de un puerto en forma de media luna en el que se yergue la península de Bourtzi, un promontorio tapizado de pinos, con animadas terrazas desde donde se ven pasar los veleros al atardecer. Una buena vista de la capital, que se extiende como un mantel blanco al viento, se obtiene desde el promontorio de la iglesia de Profitis Ilías. La panorámica alcanza, en los días claros, a las islas vecinas de Escópelos y Alónisos (la cuarta Espórada, más alejada, es Skiros). Las islas orientales del archipiélago forman el Parque Marítimo Nacional de las Espóradas. » www.skiathos.gr » www.alonissos.gr » www.mom.gr Lemnos. Un paisaje lunar Casi en la embocadura del Estrecho del Bósforo, Lemnos, una isla volcánica con paisajes lunares y agrestes, no se parece a nada en el mundo. Tal vez por eso fue el lugar de destierro que Zeus escogió para Hefesto, dios del fuego y los metales, tras expulsarle del Olimpo. Dos yacimientos arqueológicos en el extremo nororiental de la isla recuerdan esas andanzas mitológicas. Se trata de las ruinas de Ifastía, con los cimientos del templo dedicado a Hefesto, y Kabírio. Un paseo en motocicleta por esa parte de la isla da un sentido verdadero a la expresión "fin del mundo". Entre los pocos sembrados de la zona destaca la figura inquietante de los espantapájaros, otra seña de Lemnos, cuyas piezas de metal espejean al sol y dotan de vida autómata al paisaje. Otra curiosidad de esta isla del noreste del Egeo es el cementerio de algunos de los caídos en la batalla de Gallípolli, en la I Guerra Mundial: tumbas de soldados británicos e indios. Zákynthos. Grutas azules, aguas turquesa Más tranquila que la cercana Corfú, Zákynthos, la tercera isla jónica en tamaño, es conocida por una de sus postales: la playa del Naufragio, media luna de arena con el esqueleto de un barco varado, rodeada de un anfiteatro de paredes de piedra y bañada por aguas de color turquesa. De ese color son las Grutas Azules, caprichosas formas geológicas en el acantilado de Skinari, al norte de la isla. La más famosa es la Blue Grotto, y puede recorrerse en barco. Con paisajes de pinos y cipreses y una de las zonas playeras más extensas de Grecia ?la de Laganás, 14 kilómetros de fina arena blanca y principal criadero de la tortuga boba en Europa?, Zákynthos se mantiene preservada del desarrollo turístico. » www.zakynthos-net.gr » www.nmp-zak.org (Parque Nacional Marítimo). Thasos. El corazón verde del Egeo A pocos kilómetros de Salónica, Thasos es un pulmón verde con concesiones a la playa y a la montaña. Media docena de antiguos pueblos, abandonados durante décadas y hoy pujantes gracias al turismo rural, tapiza el interior de la isla de casas tradicionales con tejado de pizarra y celosías de madera, la arquitectura típica del norte de Grecia. Theologos, Potamiá y Mariés ofrecen una alternativa de paseos y aire fresco ?a veces frío, incluso en verano? al habitual turismo playero que se espera de una isla. La capital alberga un coqueto Museo Arqueológico y un anfiteatro. Una de las playas más extensas es la de Potos, el antiguo puerto de Theologos, con dos kilómetros de arena ininterrumpidos. Desde el litoral del norte de la isla se ve el Monte Atos los días despejados. » www.gothassos.com » www.thassos-island.com Kos. El reino de las 'happy hours' Pequeñita, pero matona si lo que se desea es enhebrar noches de marcha. Pese a sus dimensiones, y a la venerable presencia de las ruinas del santuario de Asclepio, dios de la Medicina, Kos alberga una cantidad incalculable de terrazas, tabernas y chiringuitos que ofrecen vida nocturna a granel. La oferta happy hours es ubicua, pero para los viajeros con biorritmos diurnos las mañanas son un regalo para descubrir los atractivos de la isla. En la ciudad, el castillo de los caballeros de la Orden de San Juan, la residencia veneciana del gobernador y los restos de época helenística. A tres kilómetros, el santuario de Asclepio, uno los recintos arqueológicos más interesantes de las islas. Fuera de la ciudad, la playa de Therma, con aguas termales procedentes de la montaña. Kos es una buena base para excursiones de un día a otras islas del Dodecaneso (Rodas, Astipalea, Kalimnos, Kastelórizo, Patmos, Chalki, Samos) o a Turquía, a media hora en aerodeslizador. » www.kosinfo.gr Rodas. La capital del Dodecaneso Es la mayor del Dodecaneso. Su orografía la hace muy adecuada para el senderismo?hay dos lugares imprescindibles: el valle de las Mariposas y Eptá Piyes?y el turismo balneario, gracias a sus 220 kilómetros de costa. En la capital, el palacio de los Grandes Maestres preside la ciudadela medieval, rodeada por cuatro kilómetros de murallas salpicadas por 11 hermosas puertas. Fuentes medievales, antiguas posadas para caballeros, plazas recoletas, el antiguo hospital ?hoy museo arqueológico?y restos de mezquitas de la época otomana salpican el recorrido por uno de los cascos antiguos mejor conservados de Grecia, declarado patrimonio mundial por la Unesco. A sus pies, las estatuas gemelas del puerto de Mandraki recuerdan el lugar donde tal vez se alzara el Coloso de Rodas. Líndos es el otro centro turístico de Rodas. Su acrópolis, con fastuosas vistas sobre el mar, un castillo cruzado y un conjunto arquitectónico popular ?casas de un blanco inmaculado con brochazos de color? convierten a Líndos en otra postal de las islas. » www.travel-rhodes.com » www.rhodesguide.com Egina. Una colada de pulpos A sólo 14 kilómetros del puerto del Pireo, Egina, una de las islas argo-sarónicas, tiene las ventajas y los inconvenientes de la cercanía. De día es un hervor de visitantes y un baile de atraques de los flying dolphins (aerodeslizadores, otra popular seña de identidad de las islas); por la noche, las terrazas del puerto recuperan el ambiente doméstico y se llenan de nativos. El principal atractivo de Egina es el templo dórico de Afaia (490 antes de Cristo), del que quedan en pie 20 columnas. En el puerto, antes o después de la avalancha de turistas, la lonja de pescado y el mercado ambulante de frutas y verduras comparten protagonismo mientras los pulpos se secan al sol, tendidos con pinzas como una peculiar colada. » www.aeginagreece.com Hidra. Sólo para caminantes Es uno de los lugares favoritos del poeta y cantante Leonard Cohen, que la descubrió en los sesenta como otros cientos de extranjeros, propietarios de muchas de sus hermosas mansiones neoclásicas. El interés de los turistas podría haber dinamitado el encanto y la tranquilidad de Hidra, pero la isla sigue siendo un remanso de paz (tiene sólo 3.000 habitantes) y su fisonomía, un ejemplo de conservación: los planes de protección arquitectónica mantienen la ciudad como en el siglo XIX, y están prohibidos todos los vehículos motorizados. Así que toca andar ?la mayor caminata, de punta a punta de la isla, no llega a tres horas? o tomar un hidrotaxi para ir de un pueblo a otro bordeando la costa. O intentarlo en burro. Hidra, rocosa y escarpada, está sembrada de iglesias?unas 300?, media docena de monasterios y blancos molinos de viento, sin olvidar las tranquilas playas de piedra gris. » www.hydra.com.gr » www.travel-to-hydra.com
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  • Una selección de islas griegas, con playas, pinos al borde del mar y manteles blancos
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  • Olor a resina e higos maduros
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