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  • Casa do Batán encierra una historia de amor. No la de una feiticeira que lo embrujara, ni la de una negra sombra que es noche y es aurora, como escribiera Rosalía de Castro. El romance del batán lo vivieron sus jóvenes propietarios cuando se encontraron y decidieron unir sus destinos para alumbrar, camino de Viveiro, un santuario de hospitalidad. Antón Vázquez y Mariluz Pena pisaron la hierba de su Galicia frondosa, convencidos de engendrar su propia idea de paraíso en una finca con hórreo, casa batanera, bosque y riachuelos. Lo demás, el acondicionamiento como posada, corría de su cuenta. A mano. De madrugada, Antón y Mariluz esperan al viajero detrás del portón. El aparcamiento no estorba la postal bucólica de la casa y su alpendre, a los que se accede por un puentecito de traza romántica. Sin entrar en ella cabe intuir la vibración poética de sus estancias, la escalera, los muros de piedra, la biblioteca... Conviene dar un paso atrás y escuchar el murmullo del agua, una constante en el batán. Estrellas de David, cruces latinas o números romanos son algunos de los vestigios hallados en su rehabilitación, así como varias hornacinas y la estructura molinera. Otras piezas de carpintería artesanal pertenecen a la cosecha del dueño, ebanista en su trayecto anterior. Detalles sencillos, pero mimosos, que todos los huéspedes valoran a través de Facebook. Sólo cuatro habitaciones sustancian el hospedaje, las cuatro con referencia a la luna: Lúa Chea, de piedra vista, butaquitas y pie de cama azafrán; Cuarto Menguante, con dosel de gasa y cabecero púrpura; Lúa Nova, de atmósfera intimista, con cabecero y mesitas de forja; Cuarto Crecente, rotunda en su carácter pétreo, femenina en el tratamiento de los colores, del verde limón al fucsia. No cabría imaginarlas tan rústicas después de tratar con la pareja. Su delicadeza y rigor intelectual exigirían otros paisajes interiores de mayor audacia y expresión arquitectónica. La hospitalidad matinal empieza por los mimos al paladar con los desayunos elaborados por Antón. Amor de madre, mano de hombre y huevos "das galiñas das nosas veciñas", rubrican, felices, los bataneros.
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  • CASA DO BATÁN, un molino de 1800 donde el aroma a madera es un indicio de hospitalidad y armonía
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  • Amor carpintero
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