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  • Xavier Claramunt, arquitecto galáctico, mantiene su idilio con la cadena española de los hoteles exquisitos Hospes. Las terrazas de piedra seca que caracterizan su última propuesta en Mallorca -la ampliación del hotel Hospes Maricel- ensamblarán el nuevo edificio al ya existente con mayor aceptación popular seguramente que la obtenida en el granadino Palacio de los Patos, diseñado por él mismo en 2006. Aquí, en Granada, el catalán propone una arriesgada transición entre un genuino palacete del siglo XIX y un anónimo bloque de 22 habitaciones cuya sensualidad, incomprendida para muchos en la ciudad, se expresa en la retícula de alabastro que constituye la piel de su fachada, luminosa y desenfocada, tal que "un muro de cortinajes, bambalinas y celosías por las que mirar al palacio contiguo", como sugiere la memoria del proyecto. Lo que no funciona, pese a la espectacularidad de este lienzo blanco, refulgente en la noche nazarí, es la desnudez pétrea del parterre que devuelve a todo el edificio los sonidos de la calle y genera de vez en cuando algún eco de quejas por parte de la clientela. Por eso, el hotel concentra su atención en la edificación histórica, cuyos interiores enfáticos se avisan ya desde la escalinata de mármol que significa la entrada por la calle del Solarillo de Gracia, transversal a la castiza Recogidas. Impresionante el cimborrio octogonal ilustrado, los balaustres marmóreos, los cimacios, frisos y aguilones que decoran las puertas nobles, la araña deconstruida sobre la escalera imperial. Toda una muestra de la arquitectura historicista imperante en la época, firmada hace más de un siglo por el urbanista de la Gran Vía granadina, Francisco Giménez de Arévalo. Camas confortables En contraste, la ambientación minimalista de los dormitorios informa sobre el estilo Hospes de cuadratura mobiliaria y estética tecno, con marcado sesgo zen. Se sabe que el confort reside en las camas, la pulcritud en los tejidos, la domótica en los televisores planos y la cosmética fina en los cuartos de baño. Todos los del edificio nuevo se presentan en cajas de vidrio, por lo que nadie puede abrigar dudas sobre su extrema limpieza. El spa Bodyna se reduce a una piscina flanqueada por hamacas, pero qué piscina y qué hamacas. Un juego de leds multicolores avivan en rotación este espacio de por sí dormido, cuyo mayor aliciente sensorial es el laberinto subterráneo que vertebra el palacete y su anexo moderno, iluminado por un estanque de vidrio cenital que deja filtrar caprichosamente la claridad del día.
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  • 20090919
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  • Lienzo de sensaciones
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