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El argentino Abel Ayala, que ayer estrenó su trabajo como coprotagonista en El baile de la victoria a las órdenes de Fernando Trueba, asegura no haber disfrutado tanto en ningún lugar como en la isla de La Palma el año pasado.
¿Tanto le gustó?
No sabes cuánto. En esa época vivía en San Sebastián y quería hacerme una escapadita a un lugar cálido. Y me quedé dos meses.
¡¿Dos meses?!
Me bastó con visitar el parque de La Caldera de Taburiente para saber que me iba a quedar más tiempo. Es impresionante lo agreste y lo volcánico que es, y al subir al Roque de los Muchachos, donde está el observatorio astronómico, tienes una vista impresionante.
¿Y dónde se alojó tanto tiempo?
Durante unas semanas alquilé una habitación en Los Llanos de Aridane. Me lo pasé en grande. Paseaba, charlaba... hasta vi jugar al palo canario.
¿El palo canario?
Es un antiguo arte marcial de la isla y hoy se practica como un juego; básicamente se trata de dos personas chocando unas varas. Recuerda un poco a las luchas de La guerra de las galaxias y al final les salen unas coreografías preciosas.
¿Dónde se mudó luego?
A una de las cuevas en Garafía, en el norte de la isla. Hay muchos hippies viviendo en la zona. Yo encontré una vacía, le puse un tablón de madera como puerta, tendí el saco de dormir y ya está. Todas las mañanas iba al rompiente, cogía unas lapas, las ponía al fuego y listo.
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