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Miren la etiqueta: escapa el colibrí de la jaula, elfo de las abejas, chuparrosas, avecilla capaz de volar hacia atrás o suspenderse en el aire ante la flor de la que se nutrirá. Pero no se engañen, nada es gratuito ni simple adorno. Es la otra forma de acercarse a la bebida que nos propone el genial hacedor de vinos Miguel Ángel de Gregorio, creador de Finca Allende y asesor de exitosos proyectos vitivinícolas. Lo llama "vinos divertidos" por contraposición a los "vinos serios" que le han dado fama, como Calvario, Aurus o Mártires.
La idea es ofrecer al consumidor, fundamentalmente juvenil o de presupuesto contenido, una gama de vinos desenfadados, sin ínfulas de altas puntuaciones, pero con el discreto encanto de la sencillez, la presencia frutal nítida y fresca, el sabor ligeramente goloso, el cuerpo ligero. Y que un trago llame al otro. Vamos, lo de antes, que Miguel Ángel quiere de nuevo porque sabe que los tiempos no están para grandes desembolsos ni sesudos ceremoniales degustadores.
Vinos como este Finca Nueva 2008, cien por cien tempranillo, de festivo y fresco aroma frutal, a moras silvestres, arándanos, con un fondo de torrefactos y balsámicos; sabroso, de taninos suaves, buena acidez y regusto final a regaliz. Algo así como un buen cosechero, pero sin caer en el peligroso empalago. De agradecer.
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