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  • Entras y te recibe un maravilloso ramo de flores. A la izquierda queda un acogedor salón con chimenea. El fogón está encendido. Me siento un rato, miro quién anda por ahí, me tomo algo y aterrizo". Angelika Taschen lleva 35 años viajando por los cinco continentes en busca de hoteles especiales, hoteles difíciles de olvidar. Cada año se aloja en más de 50, y algunos pocos se descubren luego en esos exquisitos libros de viajes y estilo de vida que ella firma y coordina para la editorial Taschen (como Hotels now, que saldrá en junio; www.taschen.com). El colonial Oberoi Grand de Calcuta y el Four Seasons de Florencia, con su palazzo renacentista recién renovado, han sido algunas paradas recientes. Pero Angelika Taschen se queda más cerca de su base de operaciones berlinesa cuando elige un lugar donde se haya sentido especialmente agasajada: la Selva Negra, esa gran masa boscosa que cubre montes y valles al sur de Alemania, donde se esconde el hotel Spielweg. "Para que un hotel realmente me guste tienen que conjugarse varios factores, y uno es la localización. Si viajo a una ciudad, quiero alojarme en el corazón urbano, y si busco naturaleza, quiero poder salir caminando desde la misma puerta. El Spielweg está perdido en un frondoso valle, el Münstertal, y entre las muchas caminatas posibles se puede seguir el cauce de un riachuelo que lleva al cercano monasterio benedictino de St. Trudpert. Es maravilloso. Y si por la noche te duelen las pantorrillas de tanto subir y bajar el monte, una sauna te deja como nueva". El Spielweg es un hotel rural de 45 habitaciones regentado desde 1861 por la familia Fuchs, aunque ha sido posada desde 1705. "Me gusta que los hoteles respiren la historia del lugar, y esta casa de arquitectura tradicional descubre claves de la Selva Negra", subraya Angelika Taschen (que estudió historia del arte y literatura alemana en Heidelberg). Sentado en las mesas que se alinean en la fachada, uno divisa el monte fetiche de la casa, el Branden. "La terraza es el lugar perfecto para respirar aire fresco, contemplar y tomarse una copa de vino", según Angelika Taschen, quien vuelve una y otra vez a este lugar en busca de la naturaleza, el trato personal y la buena comida. A cargo de Karl-Josef Fuchs, la cocina apuesta por lo regional. Las verduras de temporada se compran en un mercado de campesinos, el queso se fabrica en la quesería del hotel, y el propio chef caza los ciervos, conejos y jabalíes que luego prepara en sus fogones. "No soy muy carnívora, pero el asado de ciervo es una delicia, con esa salsa que denota el dominio en el arte en las especias". Angelika Taschen también se deja seducir por el desayuno: "Un muesli preparado con cariño, un maravilloso quark de frutillos rojos, miel local y mermeladas recién hechas. Mmm... ¡Qué delicioso todo!". Josefine Fuchs revela su secreto: "Compramos las frutas cuando están en temporada y las congelamos para poder confitar mermeladas a lo largo de todo el año". Un detalle que valora Angelika Taschen. "Me encanta que todo sea tan fresco y pegado a la tierra. Me gusta lo local, esté donde esté. Sería una tontería comer sushi, digamos, en el desierto. Sólo para el desayuno soy muy europea, aunque esté en la India. No puedo comenzar el día con una sopa de arroz". El Spielweg ha conquistado un lugar especial entre los imprescindibles de la editora. "En este ambiente cultivado y familiar me siento cuidada".
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  • 20100417
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  • SPIELWEG, en Münstertal, es un lugar ideal para oxigenarse y dejarse mimar. Una pista secreta de Angelika Taschen
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  • Muesli en la Selva Negra
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