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  • La suerte estaba echada en Barcelona. Un emplazamiento privilegiado -el mismísimo paseo de Gracia, frente a la Casa Batlló de Gaudí-, un arquitecto exquisitamente geométrico -Carlos Ferrater, premio Nacional de Arquitectura en 2009-, una interiorista en la élite del diseño internacional -Patricia Urquiola, asturiana afincada en Milán- y una de las cadenas hoteleras más lujosas del mundo -Mandarin Oriental, con sede en Hong Kong y hoteles en 26 países- era el póquer de ases que tenía en sus manos la empresaria andorrana María Reig, heredera de la banca que lleva su apellido, cuando se decidió a invertir en lo mejor de lo mejor. Un póquer ganador que hoy por hoy ningún hotel en la ciudad puede igualar. Meticuloso y profundamente intelectual, el arquitecto catalán ha afrontado la rehabilitación de la antigua sede del Banco Hispano Americano abriendo la fachada y haciendo que la calle penetre en el edificio mediante una rampa suspendida sobre el vacío en un patio de luces riguroso por su orden geométrico, con celosías delicadas de reflejos dorados. Dan ganas de quedarse aquí todo el día, mirando al vacío, si no fuera porque la brigada encargada de celebrar la liturgia de bienvenida hace irresistible la exploración guiada de todas las dependencias del hotel, a cual más refinada, a cual más sensorial. Imposible pasar de largo sobre el Blanc, un atrio lounge ambientado con celosías en el que degustar un desayuno itinerante o un almuerzo japonés. Con buen tiempo, el ambiente se desplaza al Mimosa Garden, una gran terraza exterior luminosa y botánica. La noche se goza única en el Banker's Bar, decorado con las antiguas cajas fuertes de la cámara acorazada, previa cena gastronómica en el restaurante Moments, operado por Carme Ruscalleda, cocinera con estrellas Michelin. Memorable el recorrido en emociones, arquitectura y diseño de altura, eternidad oriental y atenciones con nombre propio a cargo de un equipo humano bien parecido y mejor educado. Puro lujo asiático. Lo mismo cabría significar en las habitaciones, configuradas en siete categorías. Impolutas, minimalistas, sensoriales... Lejos de enredarse en decoraciones chinescas, Urquiola pasa de puntillas por el espacio estructurado -la materia prima del lugar- y arma el mobiliario con apenas tres apuntes geniales: luminosidad interior, levedad en las camas y semitransparencia en los cuartos de baño. El resto se ordena por sí mismo, con elegancia. Como el vídeo corporativo que recibe al huésped en su habitación, repleto de imágenes sugerentes sobre la etérea liturgia de la hospitalidad.
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  • MANDARIN ORIENTAL BARCELONA, un establecimiento exquisito en pleno Passeig de Gràcia
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  • La estrella de los hoteles
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