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  • Atrás quedan aquellos tiempos en los que Madrid era un lugar hostil para los adeptos a lo vegetal en todas sus variantes. Si bien la presencia de callos con chorizo, gallinejas y zarajos sigue siendo significativa en la ciudad, las posibilidades de llevar un estilo de vida centrado en lo vegetal son hoy más que aceptables. Para corroborarlo, aquí van unos cuantos ejemplos. Flores, semillas y especias No nos engañemos: a nivel floral Madrid no es Ámsterdam. La arraigada tradición holandesa de ikebanizar la casa con flores no es aquí tan fuerte, pero hay avances al respecto: la ciudad ya cuenta con un digno mercado de flores alojado en los insólitos cubos de madera sembrados por toda la plaza de Tirso de Molina (firmados por el equipo Galán / Lubascher Arquitectos). No lejos de allí, en el cogollo del barrio de Las Letras, encontramos un recoleto vivero con su terrenito anexo: es El Jardín del Ángel, que ocupa el espacio del antiguo cementerio de artistas próximo a la iglesia de San Sebastián. En él, además de cultivar y vender plantas, los domingos tienen lugar cuentacuentos y otras actividades para niños, siempre relacionadas con la naturaleza. Para dar con el enclave madrileño con más cactus por metro cuadrado hay que acercarse al número 9 de la calle de Fernando VI, sede de la tienda Cacto-Cacto. En su interior de paredes rojísimas son legión las suculentas, denominación técnica de los cactus y otras plantas que conservan agua en sus hojas. Decidir entre pelusilla o pincho contundente es cosa nuestra: si nos decantamos por la segunda variedad podemos llevarnos a nuestro apartamento un Stetsonia Coryne, el cactus legendario de las películas del Oeste, sin ir más lejos. Y para absorber las malas ondas que transmiten nuestros ordenadores, nada como un diminuto Cereus peruvianus, uno de los más populares. A dos pasos de allí, en el herbolario Lafuente (Pelayo, 70), encontramos la versión deshidratada de multitud de plantas medicinales. El local, que cumplió sus cien primeros años en 1996, continúa vendiéndonos productos como anís estrellado, manzanilla o romero para mejorar nuestra salud y nuestros guisos. Sus tarros de cristal de La Granja y su olor balsámico fueron durante años la mejor excusa para camuflar en su trastienda las tertulias de Pablo Iglesias, Largo Caballero y otras figuras de la política española en las primeras décadas del siglo XX. Y para darle un uso bastante menos curativo a los vegetales, pero no menos práctico, regresemos a la calle de Fernando VI: en la Cestería Sagón (número, 7) el mimbre, el junco, las algas y el brezo aparecen convertidos en alfombra, paragüero, clásica maletita de picnic o sillón modelo Emmanuelle. Belleza verde Digamos adiós a las cremas faciales de placenta o de esperma de ballena: el reino vegetal está esperando que nos beneficiemos de sus virtudes cosméticas. Si bien la fabrican insectos de rayas negriamarillas, la miel y todas las demás obras de la factoría apícola -propóleo, jalea, cera y polen- proceden del néctar de diversas flores y se emplean en la elaboración de jabones, cremas de belleza y hasta dentífricos. En La Abeja Egipcia lo saben y ponen a nuestra disposición toda una línea cosmética basada en los productos estrella de la colmena. El vino, una bebida apta incluso para veganos (vegetarianos que no prueban huevo ni lácteos), también nos da sorpresas: además de alegrarnos las cenas y maridar esos chuletones y secretos ibéricos a los que tan aficionados somos, posee una faceta cosmética bastante menos conocida. La llaman vinoterapia y se puede encontrar en La Rebelión de los Mandiles, un parque temático dedicado al vino abierto en 2010 en el Madrid de los Austrias donde también organizan catas y un recorrido sensitivo por el proceso de elaboración del vino, que incluye la posibilidad de pisar uva en un lagar virtual sin mancharse los pies. Alimentos sin ojos La nómina de restaurantes vegetarianos clásicos en Madrid es larga: La Biotika presta sus servicios desde hace treinta años a los que suspiran por una existencia vegana o macrobiótica; veinte años lleva Artemisa cocinando su pastel persa y su crema de ortigas, y en Vegaviana ya han conseguido hacernos adictos a sus sanjacobos de seitán y setas. Al amplio elenco se han sumado algunos destacables en lo que va de siglo: uno de ellos, sin nombre, acapara nuestra atención tanto como si exhibiese un enorme rótulo de neón en la puerta. A falta de mejor denominación lo llamaremos El Vegetariano de la Calle Santiago. La mano japonesa de su cocinera se deja ver y paladear en las albóndigas de azuki y en las gyoza de verduras, que se prestan siempre a ser compartidas. Servir en casa un bufé vegetariano sin poner ni siquiera la lechuga en remojo es posible en Madrid: Viva la Vida, un restaurante colorista donde los haya, vende al peso sus también coloristas viandas en sus dos sedes estratégicamente situadas en Huertas y La Latina. Y no nos dejemos en el tintero el Ecocentro, al que podríamos considerar sin equivocarnos el emporio del vegetarianismo militante en Madrid. En su particular ultramarinos encontramos las versiones bebibles del mijo, la avena, el arroz, el farro y la quinoa, además de cosmética natural, velas e inciensos y un montón de accesorios relacionados con una mens y un corpore sanos y ligeros. Acudamos para terminar a la variante castiza y con más raigambre del veganismo: las aceitunas y encurtidos de Jiménez, en pleno Rastro madrileño. Lejos de disuadirnos, los efluvios avinagrados del local funcionan como cantos de sirena olfativos para facilitar nuestra incursión en el universo de la berenjena de Almagro y de la aceituna en todas sus modalidades: negra aliñada, malagueña, con pepinillo incrustado... Los domingos, el vasito de popurrí aceitunero que sirven por un módico eurito nos ayuda a reparar fuerzas para seguir hurgando entre antigüedades y trastos viejos y nos permite llegar a la conclusión de que Madrid, aunque se lo tenga muy callado, es un edén para amantes de lo vegetal.
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  • Olivas negras en el bar Jiménez, crema de ortigas en Artemisa y otras pistas vegetarianas en Madrid
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  • Popurrí aceitunero y vegetal
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