PropertyValue
opmo:account
is opmo:cause of
opmo:content
  • Su pasado ciertamente impone. Allá por 1268, la comunidad franciscana se asentó junto a las murallas de Beja, capital del Baixo Alentejo, y edificó un monasterio rotundo. A pesar de que la fábrica primitiva se ha ido diluyendo entre los añadidos posteriores, el enclave principal, obra del siglo XVI, es el claustro manuelino alrededor del cual circula todo el turismo que soporta hoy el lugar, convertido en una de las pousadas con mayor empaque de Portugal. Tampoco es para jugar el jardín, cuyo paisajismo se debe al arquitecto Gonçalo Ribeiro Telles, autor, entre otros, del ajardinamiento de la Fundación Calouste Gulbenkian, en Lisboa. Y por si esto no fuera aún suficiente, la torre Sineira obsequia al visitante, no necesariamente huésped, con una gran panorámica de la ciudad. Porque esto es lo que distingue sobre todo al establecimiento, que los deambulantes por sus interiores lo mismo son viajeros ahí hospedados que observadores curiosos de su azulejería (siglos XVI y XVII) o parroquianos de siempre en vela por el buen uso de su monumento más querido. Dan ganas de ponerse capucha y no parar de dar vueltas entre silencios, repiques de campana, susurros meditabundos... Es la mística del lugar que eleva. Es la elevación del edificio y sus múltiples recovecos, que parecen no albergar a nadie. Son los muros que parlotean, las bóvedas que reverberan, los refectorios que invitan a reponerse del viaje. Y, de vez en cuando, los acordes del piano a la hora de cenar. O una sinfonía interpretada por alguna afamada orquesta contratada por la entidad Pousadas de Portugal. También el servicio parece de otra época. Humilde en su labor, meticuloso en los detalles, acendrado en el trato. Por qué entonces pretender también simpatía, donosura, iniciativa propia si no está escrita en el misal. En la grandiosidad del monumento el huésped tendrá que buscarlo con lupa en la recepción, el comedor o la cafetería. Nunca más allá. Acá es el purgatorio de las antiguas celdas frailunas, transformadas en 34 habitaciones y una suite estilo remordimiento lusitano en tonos amarillentos, como para recordar que aquí se vivió siempre en castidad. Otras piezas, como la 223, reclaman una clientela joven por su decoración en tonos azules y sus vistas a la piscina. Algunas conservan un arco de ladrillo supuestamente perteneciente a la propia estructura celular: madera en el mobiliario y barro en los suelos. Austeridad a simple vista que bien merecería ya una renovación. Ideal la temperatura que guardan estos muros cuando el Alentejo se pone achicharrante en verano.
sioc:created_at
  • 20100619
is opmo:effect of
sioc:has_creator
opmopviajero:language
  • es
opmopviajero:longit
  • 521
opmopviajero:longitMeasure
  • word
opmopviajero:page
  • 14
opmo:pname
  • http://elviajero.elpais.com/articulo/20100619elpvialbv_4/Tes (xsd:anyURI)
opmopviajero:subtitle
  • POUSADA DE SÃO FRANCISCO, en un monasterio portugués del siglo XIII
sioc:title
  • Verano en el Alentejo
rdf:type

Metadata

Anon_0  
expand all