PropertyValue
opmo:account
is opmo:cause of
opmo:content
  • Cuando hace cinco años el huracán Katrina arrasó la ciudad, pocos pensaban que podría levantarse y relucir como esa joya afrancesada que es la envidia del golfo de México. Cinco años han sido suficientes para que Nueva Orleans vuelva a ser lo que era. A pesar de las casas aún vacías, de los que se fueron para no volver, del reciente vertido de crudo, la ciudad del eterno carnaval vibra de nuevo a ritmo de jazz, se despereza tras noches de fiesta inacabable y vuelve a mostrar orgullosa su carácter sureño y esotérico. 09.00 Dulces con vistas Frente al río Misisipi, la terraza del Café Du Monde (1) (http://www.cafedumonde.com) sirve el mejor café au lait y las más deliciosas beignets (pastas dulces fritas) de Luisiana. El servicio es francamente mejorable y el lugar está atestado de turistas, pero las vistas son magníficas para asistir al despertar del barrio francés, frente a la plaza de Jackson y la catedral de San Luis (2), la más antigua de Estados Unidos, iniciada en 1789, en plena Revolución Francesa. 10.00 De Helmut Newton a Chagall La cercana plaza de Jackson (3) es un hervidero de pequeños comercios donde se puede comprar de todo, desde lino (en una coqueta tienda de nombre Rendezvous (4), en el 522 de la calle de St. Peter) hasta obras de artistas locales. Sus cuadros son una lección de geografía e historia de Nueva Orleans: las calles adoquinadas, los fantasmagóricos cementerios blancos, el carnaval del Mardi Gras. La artista Miriam Ragan, una veterana del barrio francés, dispone de una preciosa colección de estampas del bayou, el pantano típico del lugar. En las cercanas calles Royal (5) y Chartres (6) encontrará anticuarios y numerosas galerías de arte, como A gallery for fine photography - (Chartres, 241; www.agallery.com; 001 50 45 68 13 13), que exhibe imágenes de Cartier-Bresson o Helmut Newton, o Martin Lawrence Galleries - (433 Royal Street; http://martinlawrence.com; 001 50 42 99 90 55), con lienzos de Chagall y Basquiat. Dos joyas del pequeño comercio que sustenta la ciudad. Entre en ellas sin reparos, y hable con sus dueños, con miles de historias que contar. Esta es una ciudad atípica en Norteamérica. Carece de franquicias, más allá de un centro comercial en la calle del Canal, y tiene un centro de verdad, empedrado, por el que pasear. 12.00 Estampas vampíricas Los cementerios -blancos, atávicos, inquietantes- son una parte más de la vida en Nueva Orleans, ciudad de espiritismo y vudú. El más célebre es el de Lafayette (7), en el Garden District, iniciado en 1833. Se puede llegar en un típico tranvía de madera que recorre la avenida de St. Charles. Hay que visitarlo temprano: abre de lunes a sábado de 7.30 a 14.30. Las tumbas y mausoleos están todos elevados por las frecuentes inundaciones. Cuando se accede para admirar las ennegrecidas estatuas de los ángeles celestiales se tiene la impresión de haber accedido a un decorado de la película Entrevista con el vampiro (1994). Las mansiones señoriales que lo circundan, esparcidas al norte de la calle del Magazine (8), son posibles escenarios de otros dramas cinematográficos, más al estilo de Lo que el viento se llevó (1939). Un tranquilo paseo por el Garden District (9), para ir abriendo boca, permite ojear furtivamente a través de sus ventanas para contemplar brevemente cómo se vive y se decora en el sur de EE UU. Para comer, un establecimiento histórico y respetable de Nueva Orleans: Commander's Palace (10) (Washington Av. 1403, www.commanderspalace.com). Su sopa de tortuga es inmejorable. 15.00 Las casas de la esperanza Pocas guías turísticas recomiendan hacerlo, pero el viajero no debería evitar una breve visita al Lower 9 District(11), la zona arrasada por el Katrina cuando los diques de contención se rompieron en 2005. El panorama es, a la vez, sobrecogedor y esperanzador. Hay casas aún vacías, con el número de desaparecidos pintado sobre unas puertas que nadie abrirá ya nunca. Pero al oeste del barrio florecen nuevas casas prefabricadas, de colores alegres, que filántropos como el actor Brad Pitt les han regalado a sus habitantes. Muchas tienen pequeños santuarios dedicados a aquellos que fallecieron. Y sus inquilinos, siempre amables y agradecidos, recuerdan visitas de actores y presidentes, dramáticos momentos frente al huracán, anécdotas de recuperación. Un consejo: alquile un coche para visitar el barrio y no deambule a pie y en solitario. 18.00 Al gimnasio con Lolita Si es usted deportista, y no le importa gastarse unos 20 dólares (16 euros) en visitar un complejo deportivo, no se pierda el New Orleans Athletic Club (12) (www.neworleansathleticclub.com), uno de los gimnasios con más personalidad de Norteamérica, inaugurado en 1872. Aquí se han rodado diversas películas, como Lolita (la versión de 1997). La piscina, de hecho, es totalmente cinematográfica. Tiene el regusto de uno de aquellos clubs deportivos para caballeros de finales del siglo XIX. Todo en él parece extraído de una novela de Edith Wharton. 20.00 Jambalaya y ensalada Gumbo El tesoro gastronómico de Nueva Orleans son sus ostras. El vertido de la plataforma hundida en abril no ha cortado su suministro, pero sí que las ha encarecido ligeramente. A pesar de ello, el barrio francés sigue viviendo de servir ese crudo manjar, que sus bares ofrecen con tomate picante y galletas saladas. Hay dos opciones para obtener una docena a precio módico: el bar Desire, adjunto al hotel Royal Sonesta, y el Red Fish (13), ambos en Bourbon Street. Una alternativa es probar, en el segundo local, la Jambalaya, un plato picante de arroz y pescado, vagamente reminiscente de la paella, o la ensalada Gumbo, una irresistible mezcla de verduras, carne y marisco. 22.00 Jazz bajo la luna Es casi arquetípico. Sería un lugar común recomendarlo si no fuera por los años en que la ciudad agonizó, tras el Katrina. Pero el viajero debe disfrutar de Bourbon Street - por la noche, antes de irse a dormir al céntrico y barato Historic French Market Inn (14) (www.frenchmarketinn.com; la doble, desde unos 90 euros) o al clásico Provincial (15) (www.hotelprovincial.com, unos 120 euros). Comience en la esquina de Bourbon con Canal, donde un grupo de músicos y bailarines espontáneos improvisan los ritmos del jazz y del Dixieland cada noche, sin faltar nunca a su cita. Recorra la calle, parando en sus incontables locales de música en vivo. No se pierda el blues de Fritzel's (16), en el 733. Recoja alguno de los collares de colores relucientes que lanzan las jóvenes desde los balcones. Súbase a alguno de esos balcones y contemple la vibrante noche de Nueva Orleans.
sioc:created_at
  • 20100807
is opmo:effect of
sioc:has_creator
opmopviajero:language
  • es
geo:location
opmopviajero:longit
  • 1127
opmopviajero:longitMeasure
  • word
opmopviajero:page
  • 6
opmo:pname
  • http://elviajero.elpais.com/articulo/20100807elpviavje_2/Tes (xsd:anyURI)
opmopviajero:refersTo
opmopviajero:subtitle
  • La piscina de 'Lolita', un centro rebosante de galerías de arte, las melodías de jazz en directo de Bourbon Street. Un paseo, con ostras de aperitivo, por una Nueva Orleans que siempre renace
sioc:title
  • Blues para olvidar el Katrina
rdf:type

Metadata

Anon_0  
expand all