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  • El concepto de apartotel aúna en un mismo edificio dos modalidades de alojamiento -un apartamento explotado en régimen hotelero- que pueden significarle al viajero de larga estancia o a un grupo familiar un ahorro importante de dinero. A cambio de amplios espacios y una cocina en el interior, menos servicios. Y, por consiguiente, unas tarifas más ajustadas que en cualquier hotel convencional. Salvo en este Irenaz Resort, promovido por el constructor Ramón Loinaz junto al parque tecnológico de Miramón y dedicado a su hija, Irene Loinaz, deportista de alta competición. A distancia llama la atención la pureza de líneas del edificio, obra del arquitecto de la casa, Miguel Arsuaga, y la interiorista Almudena de Villar, premio House Design Internacional 2006. Pureza en los materiales, en las vistas al verde desde casi todas sus habitaciones, en el funcionalismo y pulcritud de los espacios, incluso en las exigencias tecnológicas. Pero lo que de verdad marca la diferencia en este resort urbano es el cuidado extremo por los detalles que practica cada día la gerente del establecimiento, Virginia Rovira. Ella es capaz de esperar a un cliente hasta las tantas (a las nueve de la noche concluye su trabajo) e incluso de ir a dejarle las llaves al restaurante donde el rezagado está cenando. A partir de las ocho de la mañana, el huésped se la volverá a encontrar dando los desayunos y auscultando que todo esté en orden. El acceso en automóvil es cómodo. Basta con llamar al timbre y soltar el volante en cualquiera de los muchos huecos que ofrece el aparcamiento. A través de dos ascensores comunicados con el exterior se sube a los apartamentos, donde no falta nada de lo habitual en un hotel, aunque se echa de menos un interruptor general que evite ir apagando luces como loco antes de acostarse. El ambiente parduzco de las paredes y las tapicerías contribuye a sedar la estancia. Se juega al minimalismo decorativo sin que haya una pura razón estética; bueno, sí, el jardín zen, un horizonte inmediato con el que ensimismarse cuando hay sirimiri. Es casi como estar en el campo, sin perder de vista la ciudad. Los colchones viscoelásticos hacen el resto. Y las toallas gosipinas del baño. Como tener a mano un microondas, una cocina vitrocerámica, un lavavajillas... Dulce sensación de hogar. A los huéspedes del hotel se les provee de una tarjeta exclusiva del recién creado Club Irenaz Spirit, cuyos beneficios tientan a los repetidores con un descuento en el otro establecimiento del grupo, el Irenaz Vitoria, prioridad en las reservas de temporada alta, un detalle automático de bienvenida, así como acceso ventajoso al museo Chillida Leku, el club de golf Basozabal y el restaurante Miramón Arbelaitz, entre otros.
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  • Irenaz Resort, un apartotel con estilo a las afueras de San Sebastián
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  • Mi casa de diseño
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