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  • La experiencia riojana de Gehry ha dejado sus secuelas en el mundo del vino. Villabuena de Álava, a los pies de la Sierra de Cantabria, se apunta también a la explosión enoturística con un hotel-espectáculo semiadosado a su iglesia parroquial, apoteósico si se mira desde la colina de enfrente por su arquitectura fragmentaria e iconoclasta, como un gigantesco mecano de hormigón y cristal. Esa fachada asimétrica de cubos descompuestos y colapsados asombra porque hasta el más lego lo atribuiría a un terremoto de magnitud 9 en la escala de Richter. Y no, la devastadora imagen no se debe a ningún efecto telúrico, sino a un concienzudo diseño de la firma de arquitectura y promoción inmobiliaria Designhouses, en colaboración con la arquitecta Beatriz Pérez Echazarreta. Cierto es que, a pesar de lo extravagante, este hotel no se parece a ningún otro en diez mil kilómetros a la redonda. Adentro, el edificio no es menos apabullante. Aunque la propuesta hotelera en sí nos parece mucho más rigurosa e interesante. No existen referencias concretas de vestíbulo, salón o zonas de tránsito, pero sí de una mesa de recepción y una barra rutilante de bar, preludio excepcional del comedor, plato fuerte de la casa. Ahí ejercen con mucha exigencia profesional Emilio José Contreras en los fogones, con el asesoramiento de Pedro Olmedo, y José González Godoy, al frente de la bodega. Inexcusable la visita del antiguo calado subterráneo, perteneciente a la Casa de Diezmos y comunicado por un túnel secreto con la parroquia de San Andrés. Entre ringleras se guardan 200 referencias de vinos riojanos, muchos de ellos criados en el pueblo. A la mañana siguiente, el desayuno a la carta promete aún más sensaciones que la acreditada cena, servidos con innovadoras elaboraciones e ingeniosas presentaciones. Obviamente, cada habitación es única. Se dispersan en un dédalo de corredores sin límites y aparecen rotuladas a tiza sobre el hormigón visto que define los módulos, unas veces al natural, otras oxidado y otras pintado de colores terrosos o burdeos en homenaje al vino. Todo el mobiliario ha sido diseñado para el hotel por Designhouses, con aportaciones de Driade, Kallmar, Slide y otras firmas. Un mundo de texturas y sensaciones a gusto del nuevo viajero sediento de experiencias poco corrientes y emociones diferenciadas. Salvo la ducha... algo pequeña y reconocible. Desde las terrazas esquineras (habitaciones determinadas por el número 4) y también desde la azotea mirador casi se toca el campanario de la iglesia, atronador a la hora del ángelus.
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  • HOTEL VIURA, arquitectura atrevida y enoturismo en la Rioja Alavesa
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  • Noches deconstruidas
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