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  • Libertad deseada. Silencio roto. Los sueños. La humildad. Sentimientos cruzados. Corazones de acero. Esta cábala de apelativos por los que se reconoce cada habitación explica, más allá de su esencia hospitalaria, qué hace un ex concejal vasco del Ayuntamiento de Miravalles en esta apacible localidad palentina apenas celebrada como un hito histórico del Camino de Santiago. Nicolás Gutiérrez representa fielmente cada uno de los ideales y las realidades formulados en sus 12 dormitorios, que cada tarde, a eso de las cuatro, acogen cariñosamente a una nueva hornada de peregrinos reventados de tanto paso. Llegan y piden saciar la sed, aire para musitar palabra, permiso educado para derrumbarse sobre el sofá vestibular, una cama donde aposentarse y, ojo al dato, una cena gentil para desquitarse de la fatiga del Camino, que mañana queda otro trecho más. Gutiérrez, Nico para los amigos, jamás pensó en abrir un negocio de hostelería, ya que su empleo vocacional era la política, pero es vasco, y eso adquiere carta de nobleza cuando de cocina se habla. Sus cenas empiezan a ser conocidas a lo largo de toda la ruta jacobea. Una selecta carta de vinos en la que aparecen representadas muchas de las bodegas que jalonan el Camino aún vuelve más atractivo el hotelito. Superada ya la fase de adaptación al yermo castellano, Gutiérrez indaga en las costumbres y deseos de la clientela andariega para darle un nuevo impulso al negocio. La presentación animada de la web -dos mujeres con los brazos en alto y un vuelo de mariposas- se traduce en un gesto ritual de alegría: la razón y la fe en el buen vivir. Pero hay más intramuros... Al sesgo contemporáneo del hotel no le hace justicia su arquitectura, algo enrevesada en las circulaciones y los accesos a las habitaciones. Tampoco se lo hace el interiorismo funcional de la zona de recepción, ni el aire urbano del comedor, discordante en un pueblo modesto a orillas del Canal de Castilla y eje del Camino de Santiago. Productos locales Así, el próximo entretenimiento de Nico Gutiérrez este otoño será recibir a los peregrinos en un no lugar donde gozarán de una original bienvenida consistente en un trago para saciar su sed, unas tapas de productos locales para saciar su hambre y un servicio personalizado de descalce para aliviar sus pies. Los trámites de registro se realizarán previamente por Internet con el fin de no incomodar al peregrino en su lastimoso fin de etapa. Y toda esta ceremonia de agasajo llevará por nombre "la liturgia de la pantufla".Peregrinos a la mesa
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  • Doña Mayor, buena comida y descanso en pleno Camino de Santiago
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