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  • Pocos lugares contribuyen tanto a divulgar la cultura del vino como esos establecimientos que, refugiados en la ambigua etiqueta de los wine bar (bares de vinos), proliferan en enclaves urbanos. Locales de moda a la vez que templos de esta bebida donde se ofrecen marcas por copas en compañía de platos típicos de bistró, cuando no medias raciones o tapas en versión española. Aunque el modelo admite múltiples variantes, incluidos espacios con happy hour (hora feliz con descuentos), jazz en vivo y otras promociones, en la mayoría se consolida la tendencia a asociar la degustación (no la cata) con comida informal, exigencia creciente por parte de su público. Quienes deseen realizar una ruta por los lugares más cosmopolitas, están obligados a visitar Gran Cru (www.grandcruenglewood.com) en Nueva York, Le Verre Volé (www.leverrevole.fr) y Lavinia (www.lavinia.fr) en París, y The Wonder Bar en los almacenes Selfridges de Londres (www.selfridges.com), entre otros. ¿Y en España? Dos referencias básicas: Monvinic (www.monvinic.com) en Barcelona, donde la cocina de Sergi de Meià discurre en un escenario de enodiseño, y Lavinia en Madrid (www.lavinia.es), tienda de vinos espectacular en la que Francis García sirve sus recetas de bistró rodeado de miles de botellas, algunas al alcance de muy pocos bolsillos. Lo último en este mundillo de enoapasionados es Vadebaco, recién inaugurado en la capital por el bodeguero Javier Alén, propietario de Viña Mein (Ribeiro), en sociedad con Víctor Rodríguez, periodista, y el enólogo Eulogio Calleja. De las pretensiones del local hablan sus propias cifras: 760 metros cuadrados al servicio de 350 vinos bien escogidos, con tres barras distanciadas (una dedicada al vino y las otras dos a cervezas y cócteles), un restaurante y un reservado (Club de bodegueros), punto de reunión de profesionales del sector. Y todo ello al hilo de horarios larguísimos, desde el mediodía hasta las dos de la madrugada. "Todas las marcas las vendemos al precio de cualquier tienda", afirma Víctor Díaz, sumiller curtido en Cien Vinos y De Vinis. "Como de cada botella se escancian seis copas, su importe es el resultado de una división exacta" ¿Y para comer? Platos desenfadados, con el sello de un buen bar y el desparpajo de un restaurante divertido. Especialidades de fondo casero que pone a punto Daniel Larios, discípulo de Martín Berasategui. Son discretas sus croquetas de jamón y algo mejores las de gambas, se aprecia más ajo de la cuenta en la copita de ajoblanco, están conseguidas sus patatas bravas y es correcta la ensaladilla rusa. En el centro de la carta dos sugerencias destacan sobre el resto, los soldaditos de Pavía y el arroz negro con sepia. Y como alternativa, otras opciones desenfadadas. Es solo aceptable la hamburguesa de rabo, con cierto tufillo a bravío, demasiado entera la carrillera guisada, algo atípico el tiradito peruano de pescados, sabroso el cangrejo de caparazón blando (soft shell crab) y magníficos los callos a la madrileña. Al margen de que los postres decepcionen, el verdadero lujo de esta casa reside en disfrutar de cualquier vino a la temperatura justa y en la copa adecuada.
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  • Diario El País S.L.
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  • Vadebaco, enoteca en Madrid con horario amplio y una carta divertida
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  • De vinos y tapas
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