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Entramos en la nueva era de los hoteles interactivos. Hoteles que no se limitan a dar cama y comida, sino que interactúan. Hoteles que se significan más allá del caduco sistema de clasificación por estrellas que siguen avalando las Administraciones públicas, como este novísimo Acuarela, en el centro de Burgos, que no es hotel ni pensión, sino un hostal con muchos mejores mimbres que cualquier hotel de tres estrellas. Aprovechando el auge de los SMS, ya imprescindibles en los concursos de televisión, los hermanos Gregorio y Ana Sancho Pérez sortean cada semana habitaciones a 1,39 euros entre quienes envíen un mensaje corto con la palabra room al 27067... Y todo porque el coste del SMS es justamente de 1,39 euros.
Tecnología y diseño, luz y color, arte y provocación, iPad y iPod... Acuarela, o los Sancho Pérez, pertenece a esa nueva generación que se maneja como pez en el agua con Internet y las redes sociales. No solamente ofrece wifi gratuito en todas las habitaciones, sino que facilita a sus huéspedes un ordenador portátil de 15 pulgadas, un teléfono IP, una selección de películas en DVD e hilo musical las 24 horas del día a través de Spotify. Es el novedoso concepto de las techroom, las habitaciones tecnológicas, lo que hoy comienzan a aplicar miles de hoteles urbanos conectados al mundo. Su web, una de las que mejor integra las redes sociales, es la expresión de toda esta modernidad. Permite llamar directamente al hotel a través de Skype y proporciona un enlace para llegar hasta él a través del TomTom GPS.
Se intuye desde la calle que el edificio depara una ciberexperiencia. El hotel se confiesa art friendly, es decir, querencioso por los artistas de toda clase y condición, mejor cuanto más locos, que ayudan a crear sin coste un ambiente underground: Hainena BilbaoRock, Nonno, Ramón Churruca, Suso Cubeiro, César Strawberry, Mamba Beat y otros muchos. Baste señalar que los estudiantes o quienes presentan el Carné Joven obtienen generosos descuentos, así como la promoción Sundays Free, que asegura una habitación doble a precio de individual los domingos.
Las habitaciones son elementales, un tanto pequeñas, de hostal. Mal insonorizadas. Pero se sobran en limpieza y luminosidad, con un mobiliario contemporáneo y unos cabeceros diseñados por Ana Sanz, artista a la que le gusta expresarse en clave de "diseño emocional", como ella misma describe su obra.
El desayuno se lo sirve cada uno en la terraza de la tercera planta, entre leds deslumbrantes bajo el pavimento y retales de cielo azul intenso, que Burgos regala en casi cualquier época del año.
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