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  • Por la terraza ya vale el viaje. Todo es cuestión de solventar deprisa los trámites del registro, no entretenerse demasiado en la habitación y correr hacia el apéndice trasero del parador antes de que el arrebol de la tarde dé por concluida la visión en cinemascope de la imperial Toledo. Desde el cerro del Emperador, no muy lejos del cigarral donde El Greco inmortalizara la ciudad de las tres culturas, la panorámica dibuja un arco monumental que pasa por encima del alcázar y desciende rasante por la curva feliz del río Tajo. A ver quién se sustrae a esta pintura otoñal... Porque los interiores renovados del parador también merecen el interés de los viajeros, que deambulan de un pasillo a otro, de una planta a otra, como en 1968 lo diseñara el arquitecto Juan Luis Manzano para cumplir con uno de los tres objetivos fundacionales de la red estatal: un emplazamiento de película. Puesta al día Hace dos años, Alejandra Arckerley lo tuvo en cuenta en su acendrada y meticulosa reforma. Apenas ha habido variación conceptual en los planos originales del edificio, sino una respetuosa puesta al día. Cabeceros minimalistas, sofás confortables, colchones a la última, sillas y mesillas de noche modernas. Todo según el cartesianismo en boga, si acaso algo escaso de personalidad. Vestíbulo, salones y el resto de estancias han sido habilitados para soportar toda clase de bodas y banquetes, un recurso más que necesario en estos tiempos de crisis. Ya lo avisa el edificio conforme se asciende por el camino de la ermita de la Virgen del Valle. Sus corpulentas hechuras de mampostería y ladrillo a la vista dialogan humildemente con la ciudad a la que mira y, desde la citada reforma, con el amplio aparcamiento adoquinado que se extiende a su frente. Si a diario la cafetería atrae a curiosos de todas las nacionalidades, durante los fines de semana se llena con clientela de proximidad que viene a hacerse una foto con el paisaje del Tajo y Toledo al fondo. Muchos de ellos pasan luego por el restaurante a degustar el menú Tres Culturas, a 29,50 euros. Bajo el título Arte breve de cocina, un folleto bien diseñado explica el recorrido cultural de los platos del parador a través de las cocinas sefardí, árabe y cristiana. Las mejores habitaciones se encuentran alineadas en la planta superior, especialmente aquellas que vuelan sobre la piscina... siempre con Toledo a la vista. Antaño fueron las preferidas de muchos nombres conocidos: Carolina de Mónaco, el príncipe de Gales y Lady Di, Johnny Depp, Roman Polanski o Hillary Clinton.
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  • Parador de Toledo, cocina de las tres culturas frente a la Ciudad Imperial
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  • Vistas flipantes
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