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  • El madrileño Museo Cerralbo vuelve a recibir al público el próximo martes, 14 de diciembre. Cerrado desde julio de 2006, la profunda reorganización de sus valiosos fondos lo convierte, para unos, en una grata sorpresa y, para otros, en un redescubrimiento. Es una historia apasionante, marcada por una vida familiar cómplice y adulta y por un compartido amor al arte y el mecenazgo. El resultado: un espléndido palacete, dotado de miles de piezas, que refleja fielmente la vida cotidiana de la alta sociedad madrileña de finales del siglo XIX y el afán coleccionista de un grupo humano singular. Una familia muy especial Enrique de Aguilera y Gamboa, XVII marqués de Cerralbo, tenía 26 años cuando, en 1871, se casó con Inocencia Serrano y Cerver, de 55, viuda y madre de su mejor amigo, Antonio del Valle, con quien había coincidido en la Universidad Central de Madrid: el marqués estudió Filosofía y Letras y Derecho, y tenía grandes dotes para la pintura, el dibujo y la poesía. La cuarta pieza de este puzle afectivo es Amelia del Valle Serrano, marquesa de Villa-Huerta, quien sobrevivió a todos (murió en 1927) y puso su definitivo grano de arena al mecenazgo iniciado por el marqués de Cerralbo: toda la entreplanta se nutre con piezas de su propiedad. Inocencia no llega con las manos vacías a este matrimonio. Viuda de Antonio María del Valle, la suma de los patrimonios de ambos cónyuges permitió a la familia recorrer España y Europa en pos de su pasión compartida: el disfrute artístico, el coleccionismo y el sueño de un futuro museo que aunara todo ello. Palacete en Argüelles La cantidad de obras de arte acumuladas en la primitiva vivienda conyugal de la calle de Pizarro empujó al marqués a ordenar la construcción de un palacete en el naciente barrio de Argüelles, pura modernidad con tendido eléctrico, teléfono, alcantarillado y agua corriente. Terminado en 1893 y dividido en 31 estancias, levantaron no solo un hogar (que se conserva tal cual, y en el que cada uno tenía un amplio y delimitado espacio propio), sino un señorial acomodo para sus obras de arte, en cuyo diseño y decoración intervino directamente el marqués. Enrique de Aguilera fue un respetado arqueólogo y paleontólogo que contribuyó a regular por ley la salida de objetos artísticos de nuestro país, donando sus hallazgos al Museo Arqueológico Nacional y al de Ciencias Naturales. Académico y miembro de reputadas sociedades, tanto en España como en Berlín , Roma , Burdeos y Londres , a pesar de su cosmopolitismo era un hombre profundamente conservador, cuyos ideales carlistas se reflejan en dibujos, fotografías y documentos. Respecto a la conservación y exhibición de las colecciones artísticas acumuladas a lo largo de su vida (murió en 1922), expresa en testamento una decisión: "Que perduren siempre reunidas y sirvan para el estudio de los aficionados a la ciencia y al arte, (...) tal y como se hallan establecidas y colocadas por mí, sin que jamás se trastoquen ni por ningún concepto, autoridad o ley se trasladen de lugar, se cambien objetos ni se vendan". Diseño original El estricto respeto a esa voluntad ha marcado los más de cuatro años de intervención en el Museo Cerralbo, que culminan el próximo 14 de diciembre con su reapertura. Repartidas entre un grato jardín, entresuelo y planta principal, desborda tanto la sucesión de colecciones y obras de arte como los salones (Chaflán, Baile, Billar, Música...) y estancias (gabinete oriental, comedor de gala, despacho, biblioteca con más de siete mil volúmenes...) que las albergan. El catálogo del museo abarca pintura europea de los siglos XVI al XIX, esculturas, dibujos, estampas, monedas, medallas, objetos arqueológicos, armas y armaduras, relojes (70 valiosos ejemplares, todos ellos en funcionamiento), lámparas, joyas, cerámicas, muebles, alfombras y tapices. Entre los artistas más destacados figuran El Greco, Zurbarán, Alonso Cano y Goya. El primer director, Juan Cabré, hombre de confianza del marqués, llevó a cabo un minucioso inventario de los objetos exhibidos en la planta principal, así como de su ubicación, documentación imprescindible para los trabajos actuales. Su papel fue definitivo en la salvaguarda tanto del edificio como de su contenido durante la Guerra Civil (el museo estaba en pleno frente); terminada la contienda, fue destituido. Diversas intervenciones posteriores introdujeron modificaciones, que correspondían a criterios museográficos de la época. Ahora, bajo la dirección de Lourdes Vaquero, además de volver al diseño original (premio Europa Nostra a la conservación del patrimonio), suplir algunas ausencias con piezas similares y restaurar muchas otras, se han añadido medios y elementos contemporáneos, como bucle magnético, itinerarios alternativos para discapacitados, aula didáctica, sala de exposiciones temporales y sala de vídeo, con el documental De palacio a museo. En el punto de mira de la recuperación están el templete del jardín y el salón Estufa, del piso principal.
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  • El Museo Cerralbo de Madrid reabre el martes tal y como lo dejó su mecenas
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  • A su gusto, señor marqués
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