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La francesa Grasse, donde se desarrolla parte de la trama de El perfume, de Patrick Süskind, está considerada la capital mundial de los aromas, cuna de las codiciadas marcas de Dior, Givenchy, Cacharel, Guerlain, Chanel... Pero para encontrar la atmósfera alambicada y densa que describe la novela, donde se mezclan los olores de mimosas, nardos, narcisos, jazmines, magnolias, rosas, madera de sándalo, almizcle y bosta de vaca, habría que viajar a Kannauj. Allí, el proceso de elaboración se mantiene como hace siglos: millones de pétalos se secan (proceso que refleja la fotografía) y se maceran, y luego se destilan en viejos alambiques de barro hasta extraer el alma olorosa de las flores. Los aceites esenciales se venden en los mercados locales o son exportados a las industrias de Occidente.
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