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  • Hasta hace poco tiempo gestionábamos dos espacios disociados y pequeños. Después de comunicarlos con una escalera hemos prestado modernidad al conjunto concentrando las funciones de ambos", afirma Félix García, director del hotel Villarreal, al referirse al desdoblamiento del East 47. Se trata de la última reforma de Jordi Clos, propietario de la cadena Derby (a la que pertenecen el Urban y el Villarreal), coleccionista de obras de arte, filántropo, erudito y fundador del Museo Egipcio de Barcelona. Si hasta estos momentos el madrileño East 47 era un lugar ideal para degustar tapas y raciones a cualquier hora, tras la ampliación han cobrado más complejidad sus prestaciones. ¿Restaurante del hotel Villarreal con acceso desde la calle? ¿Refinado local de copas y tapas? ¿Bar & lounge? Nada en concreto a pesar de que incluya aspectos aislados de cada concepto. En términos anglosajones podría ser un rincón afterwork, lugar de cita para después del trabajo, o quizá postheatre, ideal para frugales colaciones al concluir los espectáculos nocturnos ya que la cocina se mantiene abierta de 11.00 a 2.00. Era lógico que el nuevo interiorismo respetara el homenaje al genio del pop-art Andy Warhol, que ya existía en la planta baja, contrapunto de las valiosas esculturas y mosaicos romanos que convierten el hotel en un museo privado. Sin embargo, ni siquiera la escalera que ha oxigenado el piso superior, donde antaño se alojaba el restaurante Europa, ha podido disimular dos de sus viejos defectos, la escasa altura de los techos y la proliferación de los decibelios. ¿Y para comer? Un poco de todo. Platos y raciones contenidos en un listado ecléctico pensado para contentar a un amplio espectro de clientes. Demasiadas ambiciones para un espacio tan escueto cuya oferta culinaria tiene algo de batiburrillo gastronómico. Por un lado, los dos menús East 47 (almuerzo o cena). Por otro, la Carta de Fórmulas, tapas que se ofrecen con vinos o cervezas para armonizar con las sugerencias sólidas. Y, finalmente, la propia carta repleta de propuestas inconexas: fabes asturianas con botillo, espárragos en tempura japonesa con mojo canario o cangrejos de caparazón blando (soft shell crab) del río Potomac. Sugerencias que parecen más adecuadas para el cercano restaurante Europa Decó (en el hotel Urban), donde acierta el cocinero Joaquín Felipe. En general, se echan en falta cosas para picar y compartir, además de algunos iconos de los grandes hoteles como el sándwich Club. Nunca fallan el surtido de embutidos catalanes, ni los platos de jamón en compañía de pan con tomate. Tienen bastante talla sus ostras, son demasiado pesados sus croquetones, de rebozo grueso, y es divertida la ensaladilla rusa en versión creativa. Entre los segundos pasa sin pena ni gloria el esturión con fideos y morcilla, es aceptable la merluza en caldeirada y desconcierta la hamburguesa de buey wagyu, que se sirve con nachos mexicanos. La gran decepción llega con los postres. Ni la tarta tatin, con un hojaldre impresentable, ni las migas cítricas, ni siquiera la espuma de chocolate con helado están a la altura de la casa.
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  • EAST 47, en Madrid, se amplía
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  • Menús noctámbulos
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