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  • La tecnología está en alza, particularmente la domótica y la cibernética aplicada a la arquitectura. Incluso en Madrid, almibarada casi siempre en el clasicismo de sus edificios y sus rincones castizos, que ha visto despuntar en los últimos años cuatro rascacielos como cuatro dígitos en el ápice norte de la ciudad. Uno de ellos, apadrinado por la constructora Sacyr-Vallehermoso y proyectado por los arquitectos Carlos Rubio y Enrique Álvarez-Sala, ha cedido sus 31 primeras plantas al rutilante hotel Madrid Tower de la cadena Eurostars, que dirige el empresario Amancio López Seijas. El resto, hasta los 236 metros, lo sitúa entre los cuatro edificios más altos de España (los otros tres lo rodean): el Centro Financiero Cuatro Torres Business Area. Vertiginoso en sus vistas, cómodo de acceso a través del aparcamiento Cuatro Torres, bien indicado en el intercambiador de la plaza de Castilla, nadie ni nada parece resistirse a su musculatura high-tech. Su avanzado sistema de climatización logra una óptima gestión térmica y energética del edificio. La insonorización respecto a la calle es modélica (algo menos la aledaña al ascensor...). Y lo mismo cabe destacar del sistema de iluminación por escenas Lutron Graphic Eye, que permite una automatización integral DMX de la luz natural y las aportaciones diódicas e incandescentes. O la integración de los servicios de voz y datos mediante la telefonía IP de Cisco. Porque este gigantón de la hotelería madrileña es una verdadera fábrica de dormir. Se lo trabajan en la marca Eurostars. Desde muy temprano, el servicio de habitaciones pugna por entrar y dejar lista la estancia para el siguiente cliente. Y te lo dicen tan panchos... Por irregular, el hotel tiene sus días felices y otros en que no lo son tanto. En recepción, los uniformados son extremadamente profesionales y eficientes, pero en los pisos la amabilidad deja algo que desear. En el desayuno, bien surtido y mejor mantenido, los camareros se desviven para que nada falte sobre las mesas. Pero en los cuartos de baño pueden escasear los cosméticos, y no siempre se reponen al día las toallas. La ducha está mal diseñada: el agua cae tan cerca de la torreta que exige pegarse a la pared para sentir el líquido sobre la espalda. Una lástima en un baño abierto a la alcoba con lamas en tono ámbar, muy elegante. Al igual que otros espacios comunes tratados con una simpleza insólita en el sempiterno estudio GCA del catalán Josep Juanpere, omnipresente en la hotelería ibérica de vanguardia. En la planta 30ª se sitúa el restaurante panorámico Volvoreta, un lujo aunque solo sea por las vistas de la arteria norte de la capital y el perfil de la sierra madrileña. A veces cuesta encontrar mesa incluso como huésped alojado en el hotel. Conviene, pues, incluir este deseo a la hora de efectuar la reserva de la habitación. Imposible perderse un vértigo así.
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  • Diario El País S.L.
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  • Eurostars Madrid Tower, para sentir Madrid desde la altura
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  • Vértigo de cristal
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