PropertyValue
opmo:account
is opmo:cause of
opmo:content
  • Escribe Claudio Magris que la austricidad es el arte de la fuga, del vagabundeo, la afición a detenerse a la espera de una patria que, como dice El viandante, de Schubert, "siempre se busca, se presagia y jamás se conoce". Un arte que encontramos en el refinado Graz, que posee uno de los cascos históricos más extensos del mundo germánico, con sus callejuelas y soportales medievales trazados frente a panaderías y boticas, que son como museos de los remedios contra los ataques del tiempo. Iglesias barrocas, palacios renacentistas y también la Kunsthaus Graz, el museo de arte contemporáneo que los británicos Peter Cook y Colin Fournier adosaron en 2003 a la decimonónica Casa de Hierro. "El amigable alien", lo llaman, parece un cefalópodo gigante varado sobre un cubo de cristal. Graz, en la frontera con Hungría, Croacia, Eslovenia e Italia, es la segunda ciudad de Austria. Cuna de la fotógrafa Inge Morath y de Arnold Schwarzenegger, tiene un aspecto sorprendentemente meridional, a pesar de sus avenidas otoñales y de su sustancia balcánica. Melancolía rosa De los siglos XIV a XVII, Graz fue residencia de los Habsburgo y queda el testimonio de sus casas melancólicas y simétricas, aunque ricamente estucadas y pintadas de rosa, verde y azul. Frente al imponente Ayuntamiento, algo neorrenacentista, algo neogótico, una fuente de bronce recuerda al archiduque Juan de Austria, gran protector de las artes. El efervescente Graz fue declarado en 1999 patrimonio mundial de la Unesco, y cuatro años más tarde, ciudad europea de la cultura. Posee también el festival de arte contemporáneo más antiguo de Europa, el Steirische Herbst. El velocísimo río Mur parte en dos la ciudad, y se extiende bajo el Schlossberg, una colina volcánica que permaneció fortificada hasta 1809, con su torre del Reloj (emblema de la ciudad), su torre de la Campana y sus secretas grutas, transformadas en búnkeres durante la Segunda Guerra Mundial. En la Herrengasse, la calle principal del casco antiguo, encontramos escondida entre comercios de lujo y cafés la Landhaus, uno de los edificios renacentistas más importantes de la Europa central y antigua sede del Parlamento Regional de Estiria. Un poco más adelante, en el número 16, está la Landeszeughaus, uno de los arsenales más completos del mundo, que ha llegado hasta hoy en su estado primitivo, el depósito de armas de mediados del siglo XVI que las Landestände (los estados locales) emplearon para defender la ciudad ante el acoso otomano. Los soldados, la mayoría simples campesinos, acudían a esta armería para probarse una armadura de mallas, encontrar un casco a su medida o coger una coraza para sus caballos, armas que debían devolver, limpias, una vez utilizadas. Con 32.000 piezas, la Landeszeughaus parece un ordenado y simétrico desfile militar dispuesto a intervenir en cualquier momento. A pocos metros, la iglesia parroquial Grazer Stadtpfarrkirche zum Heiligen Blue, del siglo XVI, guarda entre sus vidrieras las imágenes de Hitler y Mussolini. En la Universidad de Graz impartieron clase importantes economistas, astrofísicos, ingenieros aeronáuticos y el padre de la criminología, Hans Gross, quien legó a la institución todas sus herramientas para que se creara el Museo de Criminología, uno de los más antiguos del mundo. El historiador y guía Christian Bachhiesl habla de ellas con la misma delicadeza con que el director de una pinacoteca podría referirse a los bruegel o los rafaelo. Fundado en 1912, este museo del crimen es uno de los más visitados del mundo en su especialidad, un original repositorio de objetos relacionados con las diferentes técnicas de investigación y biología criminal. Desde el tranquilizador maletín Tatortkoffer, o el Bertillonage, una técnica para medir las diferentes partes del cuerpo a más de 3.000 corpora delicti relacionados con 1.500 casos criminales. Calaveras, fotografías pornográficas requisadas, venenos, armas, huellas digitales, instrumentos para practicar abortos y hasta los restos del cadáver de una ampulosa mujer que permaneció décadas dentro de una peana de madera, tras ser asesinada y troceada por dos ladronzuelos de joyas. A este gabinete se añade el instrumental atesorado por uno de los alumnos de Gross, Ernst Seeling, que le sirvió a los nazis para su política de discriminación racial. Afortunadamente, hoy los herederos de Gross no son los siniestros ideólogos que degradan la criminología a su involuntaria perversión, sino los científicos que enseñan a los individuos a convivir con sus oscuridades.
sioc:created_at
  • 20110507
is opmo:effect of
sioc:has_creator
opmopviajero:language
  • es
geo:location
opmopviajero:longit
  • 888
opmopviajero:longitMeasure
  • word
opmopviajero:page
  • 4
opmo:pname
  • http://elviajero.elpais.com/articulo/20110507elpviavje_3/Tes (xsd:anyURI)
opmopviajero:refersTo
opmopviajero:subtitle
  • Dos curiosos museos, de armas y de crímenes, en la refinada ciudad austriaca
sioc:title
  • El criminólogo de Graz
rdf:type

Metadata

Anon_0  
expand all