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  • La 3, la 5, una azul, la del baño, otra en la torre, una verde, alguna en tonos claros. Depende. Bienvenida en la torre. La piscina. El de día y el de noche. Un hall. El bar. Ágapes y fiestas...". Quién lo ha visto y quién lo ve. El hotel burgalés Landa Palace, un clásico de las afueras que se identifica por su torre medieval trasplantada, sus jardines cuidados y su quiosco art déco en espera de una banda de música, parece que se acaba de rendir a la modernidad con una presencia web mucho más avanzada que la de casi todos los hoteles en España. La página, minimalista y conceptual, dice poco de su carácter un punto relamido y su historicismo desde hace medio siglo. Antes al contrario, seduce a los nuevos viajeros en busca de estilo y diseño. Su historia arranca en 1964, cuando la familia Landa -artífice del Real Club Puerta de Hierro, en Madrid, y La Perla, en San Sebastián- se propone el traslado piedra a piedra de un torreón del siglo XIV hallado en un pueblo vecino para acometer su aventura hostelera. Con ese gusto rimbombante por el pedigrí medieval se completa la obra con un edificio porticado en el que se habilitan unas habitaciones y un túmulo abovedado de expresión goticista que sirve de escenario para la piscina climatizada, y que hoy llama la atención como lo más valioso del conjunto. Pero, antes que alojamiento, el Landa fue un mesón de cocina honrada con mucho predicamento entre los propios burgaleses. Conectado ahora a la ciudad por autovía y confundido entre gasolineras, fábricas y posadas camineras, el hotel sigue concitando a los parroquianos y, al mismo tiempo, atrae a un numeroso público de paso que aprecia su renovada cocina. Hace poco, el chef Ricardo Temiño ganó el Campeonato de Cocina para Futuras Promesas. Puede que el establecimiento nunca haya merecido realmente las cinco estrellas que figuran en su placa azul, pero no se le puede negar que ha elevado el nivel hostelero en la ciudad del Cid Campeador. Al empaque de los salones hay que sumar los caprichos modernistas de una galería de relojes, un comedor de noche bien vestido, una colección de carruajes antiguos y unos jardines bien trenzados con espacios escamoteados entre la vegetación para el aparcamiento de vehículos. Unas adoseladas, otras de estilo afrancesado, las más ennoblecidas por el trabajo en piedra de canteros gallegos, las habitaciones dan continuidad a la pretensión historicista del negocio. El estilismo de Pascua Ortega, en fecha más reciente, ha atemperado el rigor de los muebles castellanos, la fría desnudez de la arenisca y la grandilocuencia de los candelabros hasta lograr una atmósfera algo más serena de lo presumible en un lugar raptado por las vistas al asfalto y a una ciudad en pleno desarrollo como Burgos en las últimas décadas.
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  • HOTEL LANDA PALACE, alrededor de un torreón del siglo XIV en Burgos
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