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  • Tres postales serranas nos llevan entre cerros y pastizales en busca de una naturaleza de lagunas, deportes de aventura y termas naturales. 01 Pastores reciclados La sierra de Cameros debe poco al apóstol Santiago y mucho a las ovejas. Cuesta imaginar que en el Siglo de Oro esas ásperas cumbres gozasen de cierto bienestar gracias a la trashumancia. Puede verse un pequeño museo temático en Venta de Piqueras, a un paso del temido puerto que exige cadenas en cuanto nieva, y otro museo etnográfico en la vecina San Andrés. Además, los rebaños ascendían en verano a los pastos altos, donde la hierba se mantenía fresca. Al decaer la ganadería, muchos pastizales fueron invadidos por una formidable masa forestal: la que dio origen al primer parque natural de La Rioja. La fiebre verde y la moda de volver a los orígenes están haciendo que vuelvan a respirar los humeros de muchas aldeas abandonadas de esa sierra. Una sierra que son dos, la de Camero Nuevo, cuyos cerros arropan la cuenca del río Iregua, y la de Camero Viejo, que escolta el discurrir del Leza. Ambas anudadas en lo alto por el embalse de Pajares, como broche de turquesa o aguamarina. El pueblo más alto de Camero Nuevo es Lumbreras. Algunas de las casas blasonadas que resisten se alzaron con los doblones y reales de los tratantes de ganado. Ahora en Lumbreras no quedan zagales, pero sí pandas de críos (y no tan críos) que se lo pasan a lo grande en el reciente Parque Aventura, que ha llenado de cables, arneses y bullicio lo que antes fueron bosques silenciosos, y antes pastizales. En Villoslada de Cameros está el Centro de Interpretación del parque natural (sierra Cebollera); otro punto de información funciona en Pradillo de Cameros. En Villanueva de Cameros tienen una iglesia de porte catedralicio, muy de ganaderos ricos. Ortigosa tal vez sea el pueblo más bonito, y tiene además cuevas de estalactitas. Pero la capital histórica del valle del Iregua es Torrecilla de Cameros, que fue cabeza de la llamada Mancomunidad de las Trece Villas. Quedan casas que conjugan sabiamente la piedra con entramado de adobe o de ladrillo. En el cercano embalse de El Rasillo hay un club náutico, y se puede practicar windsurf y piragüismo. Al descender por Camero Viejo, Laguna de Cameros es parada obligada de excursionistas, para llenar la mochila de embutidos. Poco más adelante, en Soto de Cameros, la intendencia será de mazapán; la familia Segura lo fabrica desde hace tres generaciones. Por algunos pedregales cercanos a Cabezón y otros pueblos, que fueron en edad pretérita primera línea de playa, siguen impresas las pisadas de los dinosaurios. Al deshacerse los montes, desde el lecho del río se divisa, a lo lejos, el castillo roquero de Clavijo. » www.sierradecameros.org 02 Mantas de capricho Ezcaray es uno de los más activos focos turísticos de La Rioja. Por su proximidad a los centros jacobeos, su enclave como puerta de la sierra y su arquitectura tradicional, bastante conservada. A menos de tres leguas de sus calles, la estación de invierno de Valdezcaray es muy agradecida con los amantes del esquí, aunque no sean expertos; cuenta con unas 300 hectáreas esquiables, cañones de nieve artificial en cinco pistas y escuela para principiantes. Pero no solo atrae a deportistas de invierno; el turismo de aventura (escalada, barranquismo, rapel y tirolinas) toma el relevo cuando la nieve caprichosa falta. Además, en verano se organiza un festival de jazz que cobra cada temporada mayor auge. Especial encanto tienen los soportales del casco antiguo, que permitían seguir con los trajines cotidianos en los rigores del invierno. La iglesia de Santa María aloja en su sacristía un pequeño museo que reúne tallas procedentes de algunas pedanías y aldeas vecinas. Hay un par de palacios dieciochescos (del Ángel, de Barroeta) y una Real Fábrica de Tejidos impulsada por el marqués de la Ensenada, ministro ilustrado de Carlos III. La industria textil fue uno de los grandes recursos de La Rioja durante el siglo XVIII, gracias a la lana de la cabaña ovina. La fábrica languideció y se extinguió en el siguiente siglo; ahora es un albergue. Pero algún rescoldo quedó de aquella manufactura. Como el telar de madera de la familia de Cecilio Valgañón. Este vecino sobrevivió a la posguerra fabricando pañoletas de cabeza; en una visita a Barcelona descubrió el mohair, fibra de lujo proveniente de las cabras de angora, y empezó a confeccionar echarpes, bufandas y mantas. A partir de los años setenta se decantó por las mantas, y hoy día una veintena de empleados las tejen con mimo artesanal, aunque lógicamente asistidos por la técnica actual; los viejos telares y lanzaderas dan a la fábrica-tienda pátina de museo. » www.mantasezcaray.com 03 Termas del Alhama "La ciudad blanca" (eso significa Contrebia Leucade) es uno de los yacimientos celtíberos más importantes del país, en la margen derecha del río Alhama. La ciudad prerromana, habitada por pelendones y otras tribus, fue conquistada por los romanos en el año 142 antes de Cristo; Tito Livio la cita en su Historia de Roma, por las llamadas "guerras sertorianas" de los años setenta antes de nuestra era. El oppidum (ciudad fortificada) ha sido excavado en apenas un 10% de su extensión. En la cercana Aguilar del Río Alhama puede visitarse un cuidado museo (www.contrebialeucade.com). A un paso de ese baluarte es posible que las siguientes generaciones de colonos romanos disfrutaran de las aguas termales de Cervera del Río Alhama. Los Baños de la Albotea son un moderno balneario construido al estilo del que tuvo que cerrar el pasado siglo. En la misma vega del Alhama se encuentran el balneario de Grávalos y el de La Pazana, en Cornago, pequeño y delicioso, a un paso de los Baños de Fitero que solía frecuentar el enclenque Gustavo Adolfo Bécquer. Donde es seguro que hubo termas romanas es en Arnedillo, en la cabecera del valle paralelo del río Cidacos. Se han encontrado vestigios que atestiguan que ya aprovechaban aquellas aguas sulfurosas para desatascar sus vías respiratorias y aliviar sus reumas. Ni más ni menos que lo que ahora siguen haciendo los clientes de los hoteles asociados al balneario.
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  • 20110615
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  • La Rioja más campestre se ofrece en la sierra de Cameros, Ezcaray y los balnearios del río Alhama
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  • Tirolinas, mantas y burbujas
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