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Sabiendo que pertenece a los mismos propietarios de La Renta, bullicioso restaurante de Majadahonda (Madrid), se entiende el estilo de su cocina y la rapidez con la que han conectado con una nueva clientela. Y también la organización de su servicio, que parece haber llegado con el rodaje terminado. La Nines es el pariente elegante de la casa madre, que desde hace años registra llenos cotidianos en el otro municipio próximo gracias a la chispa de una cocina casera que se tarifa a precios moderados. Circunstancias que con ligeras variantes se repiten en este local, con pocos meses de singladura, cuyos comedores, de estética contemporánea, contrastan con sus especialidades, de perfil tradicional. Lástima el ruido de sus salas. En la carta, nada de enunciados sofisticados, de platos rebuscados o de cocina de autor. Aquí se viene a comer arroces, croquetas, callos y otros platos de siempre elaborados con materias primas de cierta calidad. Recetas que mantienen un nivel medio más que aceptable. Como las raciones son bastante generosas, la mayoría parecen concebidas para compartirse. Merecen la pena las croquetas de bacalao, de forma rectangular, de rebozo crujiente y masa suave, que se fríen en aceite limpio. Destaca el pan denominado de cristal con tomate y jamón. Tampoco están mal sus platos con huevos, incluida la tortilla de patatas. O los surtidos de huevos rotos, que se mezclan con lo que proceda, butifarra, setas, jamón y algunas cosas más. Son muy gustosos sus callos en versión madrileña. Se acierta con los arroces y decepciona el pulpo a la brasa con patatas, plato anodino. Los postres, todos caseros, mantienen el listón.
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