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  • "Es una de esas vistas que abruman porque no dejan nada que desear, nada que imaginar. Todo cuanto el poeta y el pintor pueden soñar la naturaleza lo ha creado en este lugar. Conjunto inmenso, detalles infinitos, variedad inagotable, formas confusas, siluetas recortadas, vagas profundidades, todo está allí, y el arte no puede añadirle nada". George Sand pasó Un invierno en Mallorca, y aunque no lo disfrutó del todo -aborreció el clima, no le encantaron los locales y su amante Chopin estaba enfermo-, se enamoró del paisaje. Esa misma sierra de la Tramontana que contempló la escritora parisiense en 1838 desde las ventanas de la Cartuja de Valldemosa acaba de ser declarada paisaje cultural del patrimonio mundial de la Unesco. La Tramontana existe en una Mallorca alejada del cliché. Montañosa, agrícola, antigua, donde se puede hacer una ruta de senderismo, cenar en un pueblo perdido o contemplar los bancales para descubrir que la mano del hombre a veces hermosea el paisaje que le da de comer. » SENDERISMO La cumbre de la Tramontana es el Puig Major. Desde sus 1.445 metros contempla el medio centenar de miles que se levantan en esta sierra plagada de caminos, muchos indisolublemente vinculados a la historia y tradiciones de la isla. Así, el Camí des Correu es una antiquísima vía de comunicación entre Esporles y Banyalbufar que data de 1401. La enorme ruta de la Pedra en Sec (GR 222, 134 kilómetros) se divide en etapas y propone descubrir los paisajes construidos con esta técnica tradicional (obra de los margers desde el siglo XV) que se puede contemplar en bancales, paredes, fuentes, barracas y cases de neu (neveras). En las oficinas de turismo tienen folletos como Caminar por Mallorca publicado por el Consell (971 173 990; http://infomallorca.net), organismo que mantiene una red de refugios de montaña en edificios tradicionales acondicionados. » LOS PUEBLOS En la sierra de la Tramontana hay 19 municipios. Los más pintorescos son Banyalbufar, Valldemossa, Sóller, Fornalutx, Lluc, Pollença, Estellencs o Deià, estos dos últimos declarados recientemente bienes de interés cultural en la categoría de conjuntos históricos. De origen islámico y desarrollo medieval, la arquitectura popular de estas localidades se funde con el espectacular paisaje y los servicios propios de una isla volcada al turismo: no hay un pueblo sin su restaurante o su café. Casas de piedra calcárea y pavimento empedrado, calles tortuosas y tejas pintadas (teulada de moro) conviven con elementos góticos, renacentistas y modernistas (sobre todo en Sóller y Bunyola). » LA COSTA NORD Comenzando y terminando en dos enclaves únicos -la isla de Dragonera y el cabo Formentor- la Tramontana mira al mar por la rugosa Costa Nord, ideal para recorrer en barco. En el puerto de Sóller se pueden alquilar embarcaciones o contratar excursiones de submarinismo para explorar las cuevas del litoral y saludar a la abundante fauna marina: morenas, pulpos o barracudas, con suerte caballitos de mar, cap roig (cabracho) o incluso rayas y tortugas. Si se quiere ir a pie a la playa no hay que esperar grandes arenales, sino recoletas calas de piedra con accesos más o menos complicados. La opción más fácil para chapuzón y chiringuito (es de esperar que por ello haya más turistas) es conducir hasta Cala Deiá o Sa Calobra (Sóller) donde un bonito paseo pavimentado -ideal para niños- conduce hasta la desembocadura del Torrente de Pareis. La zigzagueante carretera hasta allí es espectacular: hay incluso una curva de 360 grados llamada "el nus de la corbata". » LOS PERSONAJES El auténtico piano Pleyel de Chopin, genial compositor polaco, es la gran atracción de La Cartuja de Valldemossa, donde también se conservan manuscritos de su amante George Sand. Sin embargo el bonito monasterio es una visita interesante más allá de los recuerdos de sus ilustres y atormentados huéspedes. Los monjes que allí vivieron también tuvieron sus sufrimientos (en las vitrinas se pueden ver los cilicios que usaban). Justo al lado, el antiguo palacio medieval del rey Sancho, abierto al público, acogió a personajes como Unamuno, Azorín y Rubén Darío. Del poeta Robert Graves (cuya tumba está en Deiá) al actor Michael Douglas, muchos personajes han quedado fascinados por el norte de la isla. Sin embargo, el turista que más hizo por esta sierra fue Luis Salvador María José Juan Bautista Domingo Raniero Fernando Carlos Zenobio Antonio de Habsburgo-Lorena y de Borbón, Archiduque de Austria, más conocido por estos lares como s'Arxiduc. El archiduque compró infinidad de possessions (fincas en mallorquín) y creó entre ellas una red de senderos, miradores y merenderos para el disfrute de la gente. También transcribió la tradición oral de los rondalles y escribió el monumental estudio Die Balearen. Para seguir su rastro están sus possessions, hoy visitables, Son Marroig y Miramar (www.sonmarroig.com).
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  • El tesoro de la Tramontana
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