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  • En el turismo enológico no todo van a ser bodegas con alojamiento. Los núcleos de la actividad vitivinícola, como Laguardia, en Rioja Alavesa, concentran otros atractivos como tiendas gourmets, salones de cata, restaurantes y hoteles ambientados en el mundo del vino. Como este situado en la plaza Mayor, frente al antiguo ayuntamiento, levantado sobre un calado del siglo XV que hoy sigue guardando en sus entrañas un tesoro vital para la ciudad. Dado el carácter histórico del centro urbano, el tráfico motorizado está prohibido, por lo que resulta obligado arrastrar las maletas desde cualquiera de los aparcamientos fuera de las murallas. La propietaria, Chari García Ugarte, se desdobla entre el bar restaurante El Bodegón, que regenta junto a su marido, no muy lejos del hotel, y este, al que acude regularmente para comprobar que todo esté en orden. En orden sí que está... Barroco y recargado de arriba abajo, a todas luces en exceso. Qué empeño en falsear la historia y dar valor al adorno antes que a la arquitectura. Aun así, y esto es lo peor, el retablo tiene sus adeptos. Ahorrémonos el disgusto porque todo lo demás vale bien el alto precio que se paga por pasar aquí la noche y deleitarse en sus dos comedores. El servicio es amable y de una experiencia impecable. Sienten el lugar como propio. Conocen cada recoveco, cada piedra, y transmiten su entusiasmo. Las habitaciones reciben el nombre de un paraje del término municipal, de ahí el título de la hospedería. Viurco, Rehondillo, Morales, Majaflorida, Portil de Viñas, Los Tejales... Y así hasta 18, alrededor de un patio acristalado en las escaleras y en la bóveda. Todas con vestidores, amplias, confortables y sobredecoradas. Aquellas que no dan a la calle pueden parecer algo lúgubres, pero son las más tranquilas. En varias se exhiben mosaicos sobre las bañeras con escenas alegóricas al goce del parral. No podía faltar la instalación spa, con un lazo en la vinoterapia. Pequeño, pero discreto y utilitario. A ras de calle se encuentra el restaurante Las Duelas, muy serio. Bajo él, otro comedor de picoteo también riguroso. Y dos plantas más abajo, el antiguo calado, alimentado con botellas de diversas bodegas y cosechas. Esto sí es arquitectura con honores, aunque los devaneos de la dueña con las almonedas lo han exornado, al hilo de una iluminación efectista, de viejos aperos de vendimia. Por la noche, al estar vedado el tránsito de vehículos, el silencio se vuelve misterioso.
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  • Diario El País S.L.
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  • HOSPEDERÍA LOS PARAJES, un calado del siglo XV en Laguardia
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  • En casa de Chari
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