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  • Un osito de peluche colocado junto a la almohada y una cuartilla de papel con el cuento del ladrón de rubíes reciben al viajero en la habitación, a media luz. Es uno más de los detalles tan promisorios que le aguardan durante su estancia en el hotel. El enoturismo llama también a las puertas de la denominación de origen Toro, sobre una colina que domina la vega del Duero y sus robustos viñedos, donde los empresarios Félix Revuelta y Simón García Taboada se han metido en un proyecto de dimensiones mayúsculas cuya silueta, vista desde la carretera, remite a una escala más bien urbana o de playa. Impresiona este paralelepípedo de vidrio y aluminio descollante junto a otro de tablero caído bajo el que se escuda la bodega, en una extensión de 6.000 metros cuadrados (visitas a las 12.00 y 13.30; 15 euros). De vuelta al edificio hotelero se pasa por una piscina solitaria con vistas a los campos de Toro. Enfrente, perfilada bajo el desnivel de la colina, se localiza la zona spa wellness, en pleno funcionamiento hasta la medianoche. Un circuito de piscinas de chorros con vistas al exterior, varias cabinas de masajes de lo más normales y un bar privado para el consumo de bebidas tónicas se reparten los 800 metros cuadrados de instalaciones. Acaso demasiado holgadas para una clientela hoy por hoy inexistente. La que se anima, eso sí, disfruta de una sugerente carta de tratamientos vinoterapéuticos: se vacía en la bañera una botella de tinto traída directamente de la bodega. Todo el servicio es extremadamente amable y dispuesto a un agasajo que hará imborrable el recuerdo de la estancia. Como ya ha quedado dicho, las habitaciones se prodigan en detalles, como los cosméticos franceses Ex Voto y Chopard, el bolígrafo con funda de cuero sobre la mesilla de noche, un plato de ricas frutas de bienvenida y una estilosa botella de agua mineral Sierra de Cazorla. En el medio, una cama de colchón viscoelástico y una impresionante carta de 36 almohadas a elegir. En el baño, separado del dormitorio por una mampara de vidrio con estor veneciano, una ducha de caño plano invita a permanecer unos minutos más bajo el agua. Decepciona, qué mala pata, el hecho de que solo una decena corta de habitaciones miren realmente al viñedo. Pero, al menos, en el minibar de la habitación los huéspedes tienen libre acceso a algunas botellas de medio litro de vino como obsequio de la casa.
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  • Diario El País S.L.
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  • VALBUSENDA, hotel y bodega para la época de la vendimia en Toro
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  • 36 almohadas a elegir
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