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Tengo la mochila ya golpeando la puerta del armario. Darwin y Fitz Roy, en la mesilla, navegando juntos. Charlando. Reflexionando. Discutiendo con respeto. Ambos de 22 y 23 años. Hoy en día, a esa edad, quién se considera suficientemente maduro para semejante responsabilidad y semejante aventura?? A principios de siglo, atravesar el Estrecho de Magallanes, el Cabo de Hornos, el canal Beagle, era una empresa solo para quijotes y sanchos. Como el biólogo y el capitán. \n\nYa sabes que a Darwin le costó 30 años atreverse a publicar sus estudios, lo que él había "descubierto", tal era la presión social y familiar que tenía. La crítica fue feroz. Pero él no se amilanó y siguió investigando y escribiendo. \n\nNo dejes de informar, con respeto y rigor, no dejes de contar, de compartir lo que observas y reflexionas, en tus reportajes, en tus libros, en este blog. Gracias por hacerlo. A pesar de las mordeduras.\nUna anécdota: ahora que estoy a punto de embarcar hacia Argentina y no solo me acompañan Darwin y Fitz Roy, sino Cortázar y Chatwin, entre otros...gracias a gente como ellos y como tú, viajamos mucho más de lo que nos permiten las circunstancias. Por eso te agradezco tu trabajo, que no es tan fácil como a veces dicen algunos. Ahora, la anécdota: Cortázar era muy tímido. Poco dado a los saraos y encuentros sociales. Él mismo contó una vez como, paseando por Barcelona trató de esconderse de aquellos que le reconocían en la calle, y se paró tras una columna a escuchar a un músico callejero. Un joven le vió, le reconoció y se acercó a él, dándole un pastel que acababa de comprar. Cortázar, sorprendido ante la generosidad del joven, no atinó a decir más que gracias. El chico le dijo que no le diera las gracias. Cortázar le había dado mucho, infinitamente mucho más a él -y a todos sus lectores.
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