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Recuerdo que en una aldea en mitad de la selva, en la cima de una montaña y alejados de todo y de todos, fuimos aborados por un grupo de críos maravillosos. Un de ellos tenía una herida muy grande y totalmente infectada en uno de sus pies. A pesar de todo corría de aquí para allá con una agilidad increíble.\n\nLe limpiamos la herida, le pusimos una tiritas que llevábamos en el botiquín y desde ese momento empezó a dar saltitos por todos lados a la pata coja, terriblemente orgulloso de su tirita. \n\nAlguien se había fijado en su herida. O dicho de otra forma, su herida había dejado de ser invisible al mundo y se había ganado su derecho a cojear... aunque fuera de mentirijillas.
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