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Pues si están a mi merced, ¿de qué preocuparse? \nY he aprendido a tratar como amigas esas cosas pequeñas que me dejó un tiempo de rosas, aunque sean tristes, aunque nos hagan llorar, aunque alguien nos vea. Y si advierto que están tras la puerta las invito a pasar, porque quizás no me acechan, quizás sólo están asustadas de las cosas grandes que pululan por doquier.
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