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¡Abrumado me dejáis! Sé que no soy humilde, me gustan los halagos, suspiro por un piropo. Pero en mi arquitectura no me permito formas destinadas al aplauso. Es como la escena de una peli (no recuerdo cuál) en que un sheriff borracho contestaba al cacique que quería comprarlo: "Yo no valgo nada, se me puede comprar con un vaso de whisky, pero esta estrella que hay en mi pecho no hay dinero en el mundo que pueda comprarla". Bueno, pues más o menos. (¡Ojalá, para mi economía, no hubiera visto esa maldita peli!)
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