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¡Razón tienes, Montse, en calificar como brillante esa ausencia! Pues frecuentemente, los padres vuelcan, en las actuaciones de sus hijos, todos sus anhelos y frustraciones que provocan que, en lugar de animarlos (y no a que ganen sino a que se sientan acompañados), parecen pretender que los venguen de injusticias sufridas o que alcancen laureles no conseguidos.
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