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Creo que a esa pérdida ha ayudado, querida Ilona, la ruptura total en la continuidad del ejercicio de los oficios. Antiguamente, un carpintero había heredado el taller, los conocimientos, la experiencia y el oficio de su padre que a su vez lo había heredado de su abuelo. Ya de niño conocía el amor por la madera y su aprendizaje lo era de las mismas fuentes del saber del oficio. Y lo mismo en constructores, herreros y otros oficios.\n\nHoy esta cadena se ha roto. No defiendo su exigencia y permanencia. La libertad tiene también sus exigencias. Sólo constato los daños colaterales. \n\nUna situación normal en mi entorno es que un constructor ha decidido serlo porque el oficio de camarero en su pueblo no daba para vivir. Construye porque eso es muy fácil y rentable en un lugar turístico y en cuanto puede deja de ser constructor y se convierte en contratista. Si la empresa funciona, su hijo será gestor de la empresa. En toda esta historia el saber hacer ni siquiera ha asomado la cabeza. El amor por el trabajo bien hecho es casi un indicio de depravación y un síntoma seguro de locura. \n\nEl azul del mar te está esperando, vecina Ilona.
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