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Para mi, al conducir, se despiertan mil neuronas que van moviendose por el cerebro, evocando, explicando y soñando. Son momentos en los que la concentracion al volante se da por supueta, pero que te deja mucho margen para darle vueltas a la vida. El problema (¿problema?) es que en Menorca no tenemos 350 Km por delante, ni autopista a la que vencer, y muchas veces, intentando ir a un lugar determinado, te encuentras que has llegado tan feliz a otro, por lo que hay que volver a coger carretera y manta. La manta de los pensamientos, por supuesto.
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